Derechización
A poco que intentes indagar sobre la cuestión, resulta que EL PAIS siempre fue de derechas y los socialdemócratas unos vendidos
Hete aquí otra aportación española al diccionario político. El PSOE se ha derechizado, los sindicatos se han derechizado, hasta EL PAÍS, por supuesto, se ha derechizado. La acusación provoca en muchos un cómplice y grave asentimiento. “Ya, ya”, musita cabizbajo el interlocutor, “yo también lo he notado”.
Los vigilantes de la derechización, guardianes de las esencias de la izquierda verdadera, poseen un fino y avanzado detector. Como si la contaminación ideológica fuera tan fácil de rastrear como el polonio o las ideas respondieran al test del carbono 14, los sumos sacerdotes levantan raudos el brazo y señalan la falta. Ha sido derechización, pitan. Y a continuación le quitan el balón al que lo poseía y se lo pasan al equipo contrario para que lo ponga en juego desde la banda izquierda.
Dos cosas chirrían en el empeño de estos comisarios del purismo ideológico. Una, que esta santa indignación es solo una cosa de izquierdas. Angela Merkel firmó el salario mínimo y cerró las centrales nucleares y nadie la acusó de peligrosa “izquierdización”, ni de “reverdecimiento”. Los partidos conservadores europeos hace tiempo que aceptaron los impuestos progresivos, los sistemas públicos de pensiones, la sanidad universal y la educación pública y nadie de los suyos escupe en el suelo a su paso por traidores. Hasta han aceptado, muchos de ellos, el divorcio, el aborto y el matrimonio homosexual. ¡Qué gentuza!
La segunda anomalía es que los críticos nunca nos dicen cuál es el año base de su observación sobre la derechización. A poco que intentes indagar sobre la cuestión, resulta que EL PAÍS siempre fue de derechas y los socialdemócratas, unos vendidos. “Uf, ni me acuerdo de cuándo empezó esta deriva”, dicen perezosamente. El giro de Zapatero, el Tratado de Maastricht, la caída del muro de Berlín, el referéndum sobre la OTAN, los Pactos de La Moncloa, el contubernio de Múnich, Bad Godesberg, los mencheviques... Y ahora, claro, una eventual abstención del PSOE, que provocará los previsibles gritos de desgarro. Tanto tiempo quejándose de la “derechización” y pitando “penalti y expulsión” que olvidan cuándo empezaron. @jitorreblanca
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