La estrella inesperada de Snapchat
DJ Khaled, un productor de rap, arrasa en la red social de los ‘millennials’ con su ostentoso estilo de vida y su inagotable lista de amigos famosos
Ni los selfies del clan Kardashian ni los millones de seguidores de las instamodels pueden con él. La estrella de Snapchat, la red social de moda, es un dj y productor de Miami de 40 años, apenas conocido fuera de los círculos del hip hop… hasta que un día decidió coger su teléfono y comenzar a documentar su vida, llena de lujos y cameos de famosos. DJ Khaled ha alcanzado tanta (e inesperada) fama gracias a sus vídeos en Snapchat, que ha conseguido firmar un acuerdo con Apple para presentar uno de sus programas de música e incluso Beyoncé le ha fichado como telonero para su última gira.
Entre tres y cuatro millones de usuarios ven cada día sus vídeos, según Bloomberg, y la revista Time le ha incluido en su lista de las 30 personas más influyentes en Internet. Hace un año, Khaled ni siquiera había oído hablar de Snapchat —la red social de lo efímero, que no admite vídeos de más de 10 segundos y cuyo contenido desaparece tras 24 horas en línea—, pero hoy es su rey indiscutible. Por la cámara de su iPhone han pasado (sin conseguir hacerle sombra) Justin Bieber, Kim Kardashian o Jay-Z, que ha aprovechado el tirón para convertirse en su nuevo representante. Khaled, de padres palestinos emigrados a EE UU, ya era un nombre de sobra conocido en el mundo del rap, con ocho discos publicados, pero Snapchat le ha conseguido una legión de fans, millennials todos ellos, que hace unos meses ni siquiera sabían quién era.
Cada día publica más de 10 minutos de material en el que documenta toda su vida sin ningún pudor y que le han convertido en una especie de meme viviente. Su catálogo de vídeos es tan extenso como variopinto, una hilarante mezcla de reflexiones motivadoras y escenas de su día a día, a cada cual más surrealista: Khaled enjabonándose en la ducha, Khaled sudando sobre la cinta de correr o Khaled en mitad del mar tras perderse navegando con su moto de agua. Sus seguidores lo mismo le pueden ver regando sus flores en el jardín cada mañana mientras habla sobre lo importante que es estar agradecido por las pequeñas “bendiciones” de la vida, contando un fajo de billetes antes de entregárselo a la mujer que limpia su mansión o promocionando Obamacare, la reforma sanitaria impulsada por el presidente de Estados Unidos.
Esta semana se grababa durante casi 10 minutos filosofando con el rapero P. Diddy sobre cómo degustar una copa de champán. Y hace unos días mostraba el making of de la sesión de fotos para su nuevo álbum, con un enorme trono decorado con cientos de flores y un león como atrezo incluidos. Su intención, dice, es simplemente servir de “inspiración”. Y desvelar a sus seguidores “las claves del éxito”. Las suyas: vídeos sin ningún tipo de filtro acompañados de frases sin aparente sentido repetidas hasta la saciedad.
Su capacidad para inventar su propio lenguaje es tan ilimitada que en Internet hay diccionarios dedicados a descifrar su particular jerga. Por ejemplo, cualquier reflexión o anuncio importante van precedidos de la frase “major key”, su latiguillo favorito, que hasta la Casa Blanca utilizó en el primer mensaje que publicó en la red social. Incluso Snapchat ha introducido varios filtros con sus frases más famosas. Pero cuando Beyoncé le eligió como su telonero los iconos se le quedaron cortos. “Cuando era un niño y quise ser DJ, me dijeron que no”, escribió en una nota en la web. “¿Adivináis lo que hice? ¡Abrir el show de Beyoncé!”. La diva, sin embargo, no se ha unido a su interminable lista de cameos. De momento.
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