Preparar un pacto educativo
Es preciso que los partidos dejen la educación fuera de la pugna electoralista
Se equivoca el candidato del PP, Mariano Rajoy, al aprovechar la movilización que protagonizan en Valencia las escuelas católicas concertadas para situar el debate de la educación en el centro de la batalla electoral. Si hay un ámbito que en España necesita de consenso, ese es el educativo. La sociedad y parte de la comunidad educativa viven con hartazgo los sucesivos bandazos que privan al sector del sosiego y la estabilidad necesarios para afrontar los enormes retos que los cambios sociales imponen.
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El PP ha utilizado como munición de sus críticas las modificaciones adoptadas por el gobierno que preside el socialista Ximo Puig en Valencia ante la matriculación del próximo curso. A partir de ahora, todos los centros que reciben subvenciones públicas deberán aplicar los mismos criterios de admisión, lo que pone en plano de igualdad a los centros públicos y los concertados. Rajoy entiende que esto es un ataque a la libertad educativa, y el preludio de lo que puede suceder en España si los ciudadanos eligen un gobierno distinto del suyo.
Los que defienden el cambio subrayan que no se trata de limitar la capacidad de elección de los padres, que permanece intacta, sino la capacidad que los colegios concertados tenían de escoger a los alumnos, lo que había conducido a un reparto desigual de los escolares con necesidades educativas especiales, como los inmigrantes recién llegados. El Gobierno valenciano pretende eliminar también la posibilidad de que los colegios concertados cobren, bajo el título de actividades voluntarias, una enseñanza ya sufragada con fondos públicos.
Las recientes movilizaciónes son un nuevo ejemplo de movimiento pendular. Fueron convocadas por los colegios católicos por considerar un ataque el compromiso del Gobierno autonómico de reforzar la red pública, lo que abre la vía a suprimir líneas concertadas si hay plazas disponibles en aquella. Durante los mandatos del PP, la queja contra el Gobierno era la contraria: se le acusaba de favorecer a la concertada en detrimento de la pública. Es preciso que todos los partidos dejen la educación fuera de la pugna electoralista. Deben explicar sus propuestas, pero preservando el clima de diálogo que tiene que prevalecer tras las elecciones para poder abordar un pacto de Estado y consensuar un nuevo modelo educativo duradero y de calidad.
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