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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Mensaje desde Londres

La victoria obtenida en la capital no ha evitado que el nuevo laborismo haya salido mal parado en las elecciones

Jeremy Corbyn, líder del laborismo británico.
Jeremy Corbyn, líder del laborismo británico. Mary Turner (Getty Images)

Los londinenses han respondido en las urnas al bombardeo de mensajes aislacionistas al que son sometidos ante el referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la UE. El jueves eligieron un alcalde de etnia paquistaní, hijo de emigrantes, crecido en un barrio humilde y de religión musulmana. Sadiq Khan encarna el ideal de integración, sociedad abierta y superación personal en el que —pese a los problemas— se ha convertido Reino Unido para millones de personas.

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El nuevo alcalde laborista es tan londinense como el Big Ben y, como mínimo, igual de británico que aquellos que han apelado al voto del miedo para evitar su elección. Nadie mejor que Khan para suceder a Boris Johnson, que ha pasado de la alcaldía a abanderar la salida de Reino Unido de la UE pensando que es la mejor vía para ocupar el liderazgo conservador.

Hasta aquí las buenas noticias para la oposición laborista y para su jefe de filas, Jeremy Corbyn, que afrontaba su primera prueba de fuego en las urnas. La victoria de Londres no puede ocultar que el nuevo laborismo ha salido mal parado. En primer lugar, por la derrota histórica sufrida en Escocia, donde los conservadores han resurgido con fuerza inesperada y ocupan el segundo puesto; y donde los nacionalistas, aunque vencedores, no conservan la mayoría absoluta. En segundo lugar, porque el Gobierno conservador se ha librado de la derrota que es tradicional para el partido que gobierna cuando se celebran elecciones municipales y locales en Reino Unido.

Ni siquiera en un momento de cuestionamiento del primer ministro conservador, David Cameron, el discurso rupturista de Corbyn logra calar entre el electorado británico. Mientras tanto, avanza el nacionalismo aislacionista y eurófobo del UKIP, la fuerza antieuropea que entra con una notable representación en el Parlamento de Gales, un dato preocupante a pocas semanas del referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la UE.

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