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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Límites del pacto

Aceptar acuerdos peligrosos para la investidura haría imposible gobernar

Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, pasa junto a los escaños de Iñigo Errejón y Pablo Iglesias.
Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, pasa junto a los escaños de Iñigo Errejón y Pablo Iglesias. Uly Martín (EL PAÍS)

El pacto con el que el PSOE quiere hacer posible la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno tiene límites muy claros. Por una parte, no debe aceptar la incorporación de Podemos al hipotético Gabinete ni hacer la estabilidad del futuro Gobierno dependiente de esa fuerza. Por otra, no debería ofrecerse nada a los independentistas catalanes para obtener sus votos o su abstención en el Congreso.

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El acuerdo con Podemos es desaconsejable por la ambigüedad que rodea a esta fuerza. Sus declaraciones y tomas de posición han cambiado tanto en los últimos meses que resulta difícil reconocer qué clase de partido es, más allá del populismo exhibido. Es muy dudosa la fiabilidad de un socio que comunicó la exigencia de vicepresidencia y varias carteras al PSOE antes de decírselo a este partido; que renunció a una vicepresidencia que nunca había tenido; que planteó exigencias de gasto público de hasta 96.000 millones en tres años, y que ahora parece dispuesto a ceder. Por no mencionar las acusaciones de Pablo Iglesias a Felipe González de haber cometido crímenes de Estado o el propio voto en contra de la investidura de Sánchez. Son vaivenes, virajes y desplantes tan rápidos como oportunistas, incompatibles con ideas socialdemócratas modernas, reformistas y proeuropeas como las del PSOE. Podemos tiene que madurar mucho en vez de continuar sus tortuosas tácticas de conquista de los cielos.

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Sánchez parece muy interesado en preservar el acuerdo alcanzado en su día con Ciudadanos. Pero esa operación sufrió una doble derrota parlamentaria en el anterior intento de investidura y es evidente que necesita más apoyos para salir adelante. Sin embargo, el partido de Albert Rivera expresa una gran desconfianza hacia Podemos, y el propio Iglesias volvió ayer a advertir a Sánchez contra su alianza con Ciudadanos (replicado por Rivera con alusiones a la financiación venezolana que se le supone a Podemos). La hostilidad entre los dos socios con los que el PSOE explora la formación de Gobierno no puede ser más patente, y mucho tienen que cambiar las cosas para que se levante ese veto mutuo. Pese a que en política hay soluciones hasta para lo que parece imposible, la disposición previa de Ciudadanos y Podemos es nula, horas antes de la reunión tripartita con el PSOE prevista para hoy.

Los socialistas también arriesgan su coherencia interna si dan el paso de pactar con los independentistas. Cuatro diputados socialistas aragoneses rompieron el martes la disciplina de voto en el Congreso al oponerse a una iniciativa de Esquerra Republicana que reclamaba más agua del Ebro para Cataluña, y en la que se abstuvieron los demás parlamentarios socialistas. Si esto ha ocurrido en un tema de esas características, no es en absoluto imposible que se rompa la unidad interna del Grupo Socialista en caso de que este se vea abocado a respaldar un Ejecutivo apoyado por Podemos e independentistas.

No se trata solo de pactar una investidura, sino de hacer posible un Gobierno estable. Es verdad que repetir las elecciones generales sería un fracaso, como hemos dicho reiteradamente. Pero aceptar pactos peligrosos para evitarlo conlleva unos riesgos que la sociedad no debe correr.

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