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“La migración es el resultado de siglos de saqueo”

Heredero de Touré Kunda, una de las bandas más míticas de África Occidental, el músico mauritano-senegalés Daby Touré resurge con un nuevo álbum lleno de reivindicaciones sociales

Daby Touré en un estudio de grabación.
Daby Touré en un estudio de grabación.Nicolas Diop
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Mar de fondo en Mauritania
Sonido multicolor

En Mauritania, país predominantemente árabe-bereber, la esclavitud se ilegalizó formalmente en 2007, modificando la Constitución para reconocer la diversidad cultural. Sin embargo, en la excolonia francesa sigue habiendo familias enteras trabajando de forma esclava para mauritanos de tez clara, que admiten tener derechos heredados sobre los negros. Poco o nada se está haciendo para liberar a esta población del yugo histórico. Los activistas del país son perseguidos y la comunidad internacional no quiere actuar de forma contundente por miedo a perder a Mauritania como aliado en la lucha contra el terrorismo yihadista. Así, el racismo campa a sus anchas entre las porosas fronteras del Sahel y muchos negros se ven obligados a migrar.

Este fue el caso de Daby Touré y su familia. Con solo 18 años, en 1989 Touré emigró con su padre a París, invitado por sus tíos Sixu e Ismael, huyendo de esta lamentable situación. Ellos habían emigrado desde Casamance, en el sur de Senegal, donde parte de la familia se había establecido generaciones atrás. Los antepasados remontan sus raíces al antiguo imperio de Mali. Sin embargo, el conflicto armado de Casamance empujó a la esta generación de los Touré a moverse hacia la metrópolis francesa. “La migración es algo natural para nosotros. Es la historia del ser humano. Usamos la palabra de forma forma negativa, pero es algo muy positivo. Cómo se convirtió en negativo, no lo sé, pero sería urgente recordarlo”, reivindica Daby Touré desde su París adoptivo.

Cuando llegó a Francia desde Nuakchot, el joven Daby descubrió que tenía allí una gran familia, un icono de la diversidad cultural que había revolucionado los sonidos parisinos con una de las bandas que mejor tejió el discurso cosmopolita de la capital. Eran los míticos Touré Kunda y estaban en la cresta de la ola. Daby se unió a sus primos, tíos y su padre y con la historia de la migración desde Mauritania por bandera, popularizaron un discurso multicultural con el soninké, el wolof, el mandinga, el dioula o el criollo portugués, hablados en la región más sureña de Senegal, entronizándolos como estrellas del cosmopolitismo del París de los 80 y 90. Su símbolo, el elefante, representación de la familia, volvió a trasladarse a Casamance en el año 2000. Pero Daby decidió quedarse en la urbe francesa y seguir dedicándose a la música.

Hoy cantante, compositor, políglota y multinstrumentista, Daby Touré rescata la tradición sonora de su familia para presentar su nuevo álbum en solitario: Amonafi o 'Érase una vez' en wolof (Cumbancha, 2015). Volviendo a poner la riqueza de idiomas del África Occidental al servicio de la reivindicación de la diversidad cultural, su acrobática voz brilla cual cuentacuentos en las trece pistas de su larga duración, llenas de pop. “El sonido del malinké y el soninké están más emparentados que el wolof. Muchas de nuestras lenguas no tienen el mismo ritmo, pero está claro que son parte de la misma familia y se acoplan de una forma muy natural”, asegura.

Touré reivindica la necesidad de derrocar barreras mentales y reparar la historia que causa a día de hoy migraciones, conflictos y pobreza. Y es contundente: “la locura que vivimos con la migración entre Europa y África es el resultado de muchos siglos de saqueo. Las consecuencias emergen ahora y creo que es hora de que los que tienen el poder y el dinero reconozcan la verdad y hagan lo que es debido. Necesitamos que nos pidan disculpas por todo el mal causado. Queremos cambios reales”.

Instalado en París de forma permanente, Daby personifica el cosmopolitismo de una capital de la francofonía a la que el conservadurismo cultural y el racismo —cada vez más extendidos— impiden incluir las diferencias existentes desde hace décadas en todo el país. “París es como una madre para mí. Mis mejores años han transcurrido aquí. Aquí cursé todos mis estudios y pude desarrollar profesionalmente toda mi carrera musical. Pero en los últimos años las cosas se han puesto muy difíciles en toda Francia. La mentalidad francesa está cambiando y esto también afecta mucho a los músicos de origen africano que residimos aquí”, se lamenta acerca de la xenofobia en la que está sumergida Francia, sobre la que Naciones Unidas ya ha mostrado su preocupación.

Daby Touré.
Daby Touré.Nicolas Diop

En el videoclip del single de presentación de Amonafi, la canción Oma (que significa 'llámame') denuncia la exclusión social que sufren refugiados y migrantes en la capital francesa, mostrando las vicisitudes de una madre y una hija blancas viviendo en la mendicidad. En realidad, el cantante pretende despertar la parte más humana de cada uno, para hacernos comprender que nos unen muchas más cosas de las que nos separan. “No tengo una comunidad concreta, nunca he pertenecido a una sola. Para mí la identidad es problemática”, afirma, incapaz de enclaustrarse dentro de etiquetas estáticas.

“Mauritania está geográfica y culturalmente en el centro del África negra y de la cultura subsahariana. Pero para mí siempre fue muy difícil ser un hombre negro entre los hombres blancos que dominan Mauritania. Ellos siempre fueron los amos de los esclavos y yo no soy un esclavo. En Mauritania solo tenemos apartheid, por eso sus sonidos no influyen en mi música”, explica. “Sí puedo decir, en cambio, que la sonoridad de Senegal, que es muy muy muy rica, con la de Europa, Estados Unidos y otros puntos del planeta, forman parte del fundamento de mis canciones”, argumenta el compositor condenando el racismo flagrante de su país natal.

Con todo, Amonafi llega cargado de mensajes críticos que buscan hacer reflexionar sobre distintas problemáticas sociales que acechan a las sociedades contemporáneas de Norte y Sur a través del lenguaje universal de la música. En su canción Debho una guitarra nos transporta al Sáhara tejiendo fraseos al más puro estilo afrofusión para denunciar la dura vida de las mujeres en África. En el tercer corte del disco, Kiba, Daby Touré nos advierte de la situación de vulnerabilidad de los niños y adolescentes africanos que migran hacia Europa para mejorar las vidas de sus familias y que, algunas veces, acaban en manos de redes mafiosas, robados y hasta torturados. En Ndema sale a relucir el problema del desempleo, un drama que tanto en África como en Europa puede desembocar hacia auténticos desastres humanitarios. “Toco para la humanidad”, concluye el cantante invitando a dejarnos seducir por su sonido fresco y sensibilizarnos sobre la actual situación de los derechos humanos en el mundo.

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