Cuatro usuarios que han convertido Facebook en arte
Dos exposiciones analizan el arte creado en, o sobre, la red social
Hasta el 24 de abril, se puede ver en La Casa Encendida de Madrid Priority Innfield, una -recomendadísima- exposición del artista norteamericano Ryan Trecartin, en colaboración con Lizzie Fitch. La muestra indaga en la semiótica, los códigos del medio audiovisual y en la construcción de la identidad “poshumana”, puntualiza Tania Pardo, comisaria. Una obra, la de Tecartin, que ha sido descrita como “una pesadilla de Facebook”. No es la primera vez que el denominado como arte posinternet (o post- Internet) aparece vinculado a la todopoderosa red social. Vayamos por partes.
“El arte post-interntet sería aquel que ‘poetiza’ sobre la red, pero, sobre todo, acerca de nuestra dependencia de ella”, aclara Juan Martín Prada, historiador de Estética y Teoría del Arte. “Es, simplemente, arte que tematiza nuestra actual dependencia de la red y de los dispositivos de la conectividad”, remata.
Prada, que el próximo día 4 de abril comenzará a impartir el curso Arte e Internet, un MOOC –es decir, un curso universitario libre y abierto a todo el mundo- de Medialab-Prado en colaboración con UNED-Abierta, confirma lo que todos nos olíamos, que “nos hallamos en el tiempo de la espectacularización de lo privado. Hoy todo goce pasa por la imagen y por su compartición. Es como si aquello que no se comparte no valiera la pena o no hubiese sido vivido con intensidad”, sentencia Prada. “Es lógico que muchos artistas se sientan fascinados por esta época de hipermostración, de hipervisibilidad”, remata. Y como no, por Facebook. Con más de un billón de usuarios registrados, la red social creada por Mark Zuckerberg se presenta como la el principal escenario en el que mostrar, comentar y compartir nuestra identidad. El lugar idóneo en el que convertirnos en imagen pública, en microespectáculos para los demás, es también el espacio ideal para pensar sobre cómo gestionamos la identidad y sobre cómo nos autorepresentamos.
Desde el año 2010, infinidad de proyectos artísticos han empleado Facebook como materia prima o como medio para sus trabajos. A modo de epilogo de todos ellos, hace unas semanas se inauguró en la Chapelles des Augustins de Poitiers (Francia) la exposición Unlike, comisariada por Thomas Cheneseau. Como habrás podido deducir por su nombre, Unlike recoge el trabajo de varios artistas -algunos de ellos españoles- críticos con los códigos, límites e imposiciones del “capitalismo social o afectivo” que promueve Facebook. Sin embargo, hacer arte en o desde Facebook no implica, necesariamente, emplear el mismo modus operandi -recordad, esto es arte post-Internet, no net art-. Y para demostrarlo, te proponemos a cuatro artistas que, desde la diversidad, han hecho de estar en Facebook un arte.
- Cesar Escudero Andaluz.
Cesar Escudero Andaluz es uno de los creadores españoles que participan en la muestra Unlike. En concreto, está presente con la obra Tapebook, según él mismo, “un ejercicio de arqueología medial” que convierte datos extraídos de Facebook en documentos de audio que se graban en cintas de cassette. “A modo de instalación, el usuario puede elegir y escuchar los cassettes de filósofos, artistas o escritores que hablan en sus perfiles sobre arte y nuevos medios. Actualmente el archivo de Tapebook se extiende a aproximadamente 200 cassettes”, afirma. Este artista, que estudió Artes Visuales y Multimedia en la Politécnica de Valencia actualmente investiga en el "Interface Cultures LAB" de la universidad de Linz (Austria) sobre la relación entre usuarios e interfaces. Reconoce que trabajar sobre la red de las redes le interesa porque “Facebook, como otras empresas, no vende ningún producto al consumidor, sin embargo, maneja el acceso a los datos y ficheros que cada usuario comparte y es de esta información de donde Facebook obtiene beneficios. Para Facebook el producto son sus usuarios”.
- Felipe Rivas San Martín.
Interesado en trabajar desde las paradojas y contradicciones, Felipe Rivas San Martín pinta perfiles de Facebook al óleo. “Pintar las interfaces no sería entonces un mero acto de representación, sino más bien un recurso crítico dado por la frustración interactiva, el tiempo extendido y la distancia contemplativa, que la pintura impone como medio y que se opondrían a la dinámica virtual y aparentemente inmediata de la interfaz. Frente al brillo y transparencia inmediata de la pantalla interactiva, la pintura opone opacidad, detención y distancia crítica”, concluye. Este artista chileno -que también forma parte de la exposición de Poitiers- afirma que Facebook es, en nuestras sociedades, un requisito sine qua non de existencia: “abro una cuenta en Facebook, luego existo”. Disfrutamos de los beneficios de la red al someternos voluntariamente a un tipo de poder que rentabiliza todo. Bajo ciertos marcos de censura, podemos decir lo que queramos, aún más, nos premian con ‘likes’. Este neoliberalismo nos permite expresar, promete libertad. Pero eso no es gratis, todas nuestras acciones online son información para el Big data y su rentabilización en publicidad y consumo particularizados para cada usuario”, argumenta.
- Intimidad Romero
Humano, robot, orangután o bacteria, en la figura de Intimidad Romero, como en los protagonistas de las obras de Trecartin y Fitch, las categorías se confunden. Intimidad Romero es, básicamente, un perfil de Facebook al uso, con las mismas fotos comiendo paella o haciendo turismo que el del resto de los mortales, pero desprovistas de identidad gracias al pixelado. Felipe Rivas San Martín -que la dibujó- describe su obra como una “síntesis disyuntiva donde la circulación y exposición se basa en su mismo ocultamiento”. Ella misma, por su parte, se define como “una línea de fuga, una ralentización, un cortocircuito en el flujo 2.0 de los datos, una interferencia, soy niebla. Una contraefectuación en el flujo continuo de la imagen. Una incógnita en la hipótesis cibernética”. Surgida en el año 2010, justifica su presencia en Facebook -“un lugar en el que lo único verdadero es un momento de lo falso", dice- arguyendo: “si he de convertirme en una mercancía, y esa es la lógica que impone Facebook, prefiero que sea como obra de arte”.
-Agente Doble.
Como en el caso de Intimidad Romero, la identidad del sujeto o colectivo operante tras Agente Doble es lo de menos y, a su vez, eso es lo importante. Este proyecto artístico, que se define como “parasitario”, basa su obra en el apropiacionismo y en la crítica a la tiranía de las redes sociales y los medios de comunicación de masas. En estos momentos anda intentando recuperar su identidad –o lo que es lo mismo su perfil de Facebook- recientemente arrebatado. “Soy un paria 2.0. Ahora pertenezco al lumpen informacional”. Cuando se le pregunta que porque usa la famosa red social para desarrollar su trabajo, responde con un lacónico pero inapelable “uno no elige su contexto histórico”.
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