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Mariama, de etnia kanouri, es una de las jóvenes huidas de la violencia de Boko Haram del pueblo de Argou Goumseri, junto a la frontera entre Níger y Nigeria. Ahora vive a pocos metros de la carretera Nacional 1, del lado nigerino, en un pequeño refugio hecho de paja y alfombras. “No quiero volver, allí teníamos a los de Boko Haram a muy poca distancia y teníamos constantes problemas con ellos, me da miedo que me secuestren como ha pasado a tantas jóvenes nigerianas”, asegura. Muchos de los nuevos desplazados se van a dormir por la noche lejos de los asentamientos porque siguen temiendo ataques. Para hacer fuego y calentarse o cocinar y para construir sus refugios han cortado las ramas de los árboles cercanos.
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Así es la vida en un pueblo amenazado por Boko Haram

Pateamos las calles de la pequeña localidad nigerina de Diffa, a solo cinco kilómetros de la frontera atacada por la secta islamista

José Naranjo
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