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Tentaciones
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lo que hay que ver

¿Cómo nos comportamos en una fiesta?

Modernos de manual, canaperos, falsos amigos... La humorista gráfica Monstruo Espagueti aborda con acidez el microcosmos de las fiestas

Cualquier fiesta es digna de un estudio sociológico. Modernos de manual que luchan con uñas y dientes por hacerse con una cerveza gratis, "amigos" de las redes sociales que cuando los tienes a un palmo de tus narices no se dignan ni a siquiera mirarte, ese postureo ilustrado en el que los invitados más destacados montan su inquebrantable corrillo alejados de lo que ellos consideran la plebe cultural… La humorista gráfica Anastasia Bengoechea, más reconocida como Monstruo Spagueti, conoce bien esta realidad, la cual le ha servido de inspiración para la exposición La Gran Fiesta que hasta el 16 de enero podrá verse en el Studiostore de Barcelona.

“Las fiestas son un micromundo igual de fascinante que vomitivo. Por poner un ejemplo, siempre hay el típico que antes jamás te saludaba y ahora cuando te ve en un evento sí lo hace, pero para conseguir algo de ti. Se crean unas dinámicas tan peculiares que pensé que sería interesante tratar todo ello con humor, cuenta Bengoechea sobre el leit motiv que vertebra esta exhibición que pone punto y final a un año de lo más satisfactorio que inauguró editando su primer libro en la editorial La Cúpula.

Con 33 años la suerte sonríe a esta catalana, aunque no siempre fue así. Hace cuatro se encontraba algo amargada en Londres trabajando en una empresa de eventos “de esas que te hacen ir todo el día en traje”. No obstante, una vez se quedó sin trabajo y decidió volver a la capital catalana, se reinventó profesionalmente. Cuando empecé Monstruo Spagueti estaba algo frustrada. Siempre me he rodeado de gente creativa y me preocupaba que todos ellos encontraran su lugar a diferencia de mí. Sabía que tenía algo que ofrecer, pero no sabía ni qué ni cómo. Me considero una persona chispeante con las palabras, de modo que abrí un blog en el que empecé a decir la mía. Lo que pasa es que al poco de arrancar muchos me decían que podría acompañar mis mensajes de ilustraciones, y así es como al final acabé dedicándome a esto del humor gráfico, dice la artista sobre la génesis de esos ácidos textos que siempre complementa de trazos naífs.

A pesar de que su actual exposición no aborda uno de sus principales temas fetiches, “el mal uso que muchos hacen de las redes sociales en nuestros días”, sí que sigue recreándose en ese recurso humorístico tan británico denominado self-deprecating (el eterno pringado que se lamenta perpetuamente porque nada le sale bien) para sacar a flote infinidad de frustraciones mundanas. “Quienes me conocen se sorprenden porque siempre me estoy riendo de todo y para nada soy infeliz. Todos tenemos una personalidad muy poliédrica y nos sentimos hechos una mierda o incómodos en ciertos momentos, y eso es lo que a mí particularmente me gusta explotar. No me inspiro en historias ficticias, sino en aquellas cosas que a mí y a todos nos pasan en nuestro día a día. El sentido del humor es mi mejor arma para enfrentarme a lo negativo que me rodea. De todo se puede hacer broma. Relativizar lo malo y reírse de uno mismo es algo muy sano”, defiende.

Por cuestiones de agenda ha tenido que dejar en standby la creación de su segundo libro, en el que por primera vez “habrá un personaje fijo y podré mostrar otro rollo totalmente diferente a lo que hasta ahora he hecho”. Pero más allá de su segunda referencia bibliográfica, lo que a Bengoechea realmente le gustaría de cara a este inminente 2016 es “hacer una viñeta diaria en prensa a lo Calvin y Hobbes” (en esto ya ha hecho sus primeros pinitos de la mano de Tentaciones) y explotar el inglés como nuevo lenguaje vehicular para sus ilustraciones. Nuevos retos se le acumulan en el horizonte, aunque pase lo que pase promete que jamás perderá su pizpireta sonrisa.

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