_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Machos

Hay frases que no son banales sino la evidencia de un sistema de pensamiento perimido y peligroso

Leila Guerriero

Hace poco fue el Día de la madre en la Argentina y, en un canal de noticias, el conductor citó una encuesta en la que se les preguntaba a las mujeres qué deseaban recibir para festejarlo. “Adiviná cuál fue el resultado”, le preguntó a la conductora con quien compartía espacio. Ella, sin dudar, respondió: “Carteras y zapatos”. El conductor, desorientado, dijo “No. Un viaje en soledad con sus maridos”. La conductora retrucó: “Ay, qué malas madres”. Por esos días, uno de los dos diarios más importantes del país publicó un suplemento especial en el que se refería a la maternidad como “el tema femenino por excelencia”, con una nota que empezaba así: “La experiencia (de la maternidad) es quizás la más trascendente que se puede vivir en este mundo”. Aquel canal y ese diario suelen ocupar mucho espacio con noticias que hablan de mujeres muertas a palos, a balazos, a cuchilladas por sus maridos, novios, exesposos. Pero, a la hora de pensar el rol de las hembras de la especie, lo hacen como podría hacerlo alguien nacido en el siglo XIX: una mujer debe ocuparse de “cosas de chicas” (zapatos, carteras) y, si no tiene hijos, aunque escriba poemas o descubra el secreto de la fusión fría, será un humano incompleto: un ser con una grave mutilación. Hay frases que no son banales sino la evidencia de un sistema de pensamiento perimido y peligroso. Peleando contra él muchas damas, antes que nosotras, no solo quemaron sus corpiños sino que se dejaron la vida. El lado macho de la fuerza anida en todas partes, y muy ladinamente en el doble discurso que condena a los hombres que nos matan pero, a la vez, exige que sigamos ocupando el lugar sumiso y obsoleto de toda la vida. (A nadie le importa, pero si yo fuera madre querría festejar mi día refocilándome con quien tuviera, en esa maternidad, tanta participación y responsabilidad y motivos de festejo como yo).

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Leila Guerriero
Periodista argentina, su trabajo se publica en diversos medios de América Latina y Europa. Es autora de los libros: 'Los suicidas del fin del mundo', 'Frutos extraños', 'Una historia sencilla', 'Opus Gelber', 'Teoría de la gravedad' y 'La otra guerra', entre otros. Colabora en la Cadena SER. En EL PAÍS escribe columnas, crónicas y perfiles.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_