Vivir a media jornada
Sería extraño que los días durasen 12 horas, que durmiésemos cuatro horas de media, que nos alimentásemos una vez al día y que tuviésemos una esperanza de vida de 40 años en lugar de 80. Todo sería muy extraño. ¿Y si trabajásemos cuatro horas en lugar de ocho, o seis meses en lugar de doce? ¿Y si nos pagasen 500 euros en lugar de 1.000 o 400 en lugar de 800? Sería como vivir a media jornada, cuando reímos, lloramos y sentimos a jornada completa. Es un lastre indigno para una ciudadanía obligada a perder media vida. Eso no se recupera nunca.— Francisco Lechago.
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