La moda enloquece con Cuba
Chanel anuncia desfile en La Habana, una nueva muestra de la fiebre que el país despierta entre revistas y famosos
Cayó como una sorpresa, pero en realidad era de lo más previsible. El diseñador Karl Lagerfeld anunció el lunes que el próximo mayo organizará un desfile de Chanel, el de la colección crucero de 2017, en La Habana. La marca francesa desembarcará en Cuba con centenares de profesionales e invitados (muchos de ellos famosos, como es habitual en sus eventos), al igual que hizo los últimos años en Salzburgo, Dubái o Dallas. Este es el último brote de la fiebre cubana que le ha entrado a la industria de la moda desde que Estados Unidos empezó a normalizar relaciones con la isla en diciembre del año pasado.
El número de este mes de la revista Vanity Fair tiene en portada a Rihanna fotografiada en Cuba por la reconocida Annie Leibovitz. En las páginas interiores, posa vestida de Dior, Ralph Lauren, Valentino y calzada por Manolo Blahnik camina por los barrios del Cerro y La Habana Vieja, frente a un mural dedicado a un joven Fidel Castro o apoyada en un Lincoln Continental, el mismo coche que perteneció a Martha Fernández de Batista, la esposa del dictador. La Marie Claire estadounidense también llevó a Cuba su editorial de septiembre, el más importante del año, y colocó a la modelo Giedre Dukauskaite, vestida con un Gucci rojo de volantes de más de 4.000 euros, junto a un puesto de plátanos y rodeada de jóvenes cubanos en camiseta imperio y pantalón de chándal. Algo muy parecido, casi indistinguible, hicieron las revistas W (con Joan Smalls y Adriana Lima) y Porter en su número de agosto. En sus fotos también había paredes desconchadas, coches desahuciados y niños y ancianos cubanos como figurantes.
Todas estas publicaciones norteamericanas se están resarciendo de los días en los que les estaba prohibido trabajar en el país. En 1998, Patrick Demarchelier fotografió a Kate Moss y Naomi Campbell para Harper’s Bazaar y el Tesoro estadounidense impuso a la revista una multa de más de 28.000 euros por el reportaje.
Es fácil ver qué hace de las calles de Cuba, más incluso que sus paisajes, un imán irresistible para esas cabeceras: está a tiro de piedra de Miami, conserva todavía la mística de lo prohibido y lo desconocido y, sobre todo, debido al bloqueo, el país ha permanecido anclado en el tiempo y con una estética que no se parece a la del mundo globalizado.
Se podría acusar, y ya hay quien lo está haciendo, a estos reportajes de abusar de los mismos tópicos de la imaginería cubana y caer en un tic demasiado frecuente en esa industria, el de fetichizar la pobreza como escenario exótico. Pero ninguna ha ido tan lejos como la diseñadora Stella McCartney, que en junio presentó su propia colección de crucero en Nueva York con una fiesta de temática cubana en la que no faltaron dos actores disfrazados de Castro y el Che Guevara. En Twitter se echaron encima de la diseñadora y el portal Jezebel ironizó: “Aquí van algunas ideas para las próximas presentaciones de McCartney. ¡Stalin sensual! ¡La loca Corea de Kim Jong Il! ¡El Joseh McCarthy de Stella McCartney! ¡Mobutu sexy!”. Los diseñadores Tracy Reese, Matthew Williamson y Donatella Versace también han llenado de palmeras y flores de hibisco sus últimas colecciones.
Pero no es solo la industria de la moda la que se ha contagiado de esta fiebre. Los cantantes Mick Jagger, Katy Perry, Usher y Ludacris, Paris Hilton o el jugador de baloncesto Carmelo Anthony se han dejado caer por la isla los últimos meses y casi todos ellos se han encargado de dejar constancia de ello en las redes sociales. Perry estuvo allí con el diseñador Jeremy Scott y toda una pandilla de amigos y compartió su entusiasmo en Instagram. “Después de visitar casi todo el mundo, este es uno de los lugares más cool que existen, una Disneylandia para las mentes creativas”. Y avisaba a sus fans: “Id allí antes de que cambie”. Como si los no estadounidenses no llevasen ya años viajando a Cuba. En descarga de la cantante, es cierto que además de fotografiarse en un descapotable de los años cincuenta (y con un tocado de limones en la cabeza), como es de rigor, también compartió vídeos de su visita a la escuela de danza La Colmenita, con una talentosa niña cubana dándole a la batería y sin rastro de paredes desconchadas.
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