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La paradoja y el estilo
Columna
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Todo cuesta

Eugenia Martínez de Irujo y Blanca Cuesta protagonizaron un auténtico duelo en una subasta benéfica. Hábilmente, consiguieron disparar las apuestas y demostrar que dos casas aristocráticas recaudan mejor unidas

Boris Izaguirre
Eugenia Matínez de Irujo en la subasta de la Fundación Pequeño Deseo.
Eugenia Matínez de Irujo en la subasta de la Fundación Pequeño Deseo.gtres

El mismo día en que se cumplían cuatro años del fin de ETA, aterricé en Bilbao para una entrevista en un programa de televisión que investiga tus ocho apellidos vascos. La entrevista se hace en exteriores y pese a que la temperatura bajaba como el precio de las acciones de Hugo Boss, nadie parecía notarlo. Mientras me hacían las preguntas de siempre sobre mi orientación sexual, mi dislexia, mis desnudos, mis amigas glamurosas, y ninguna sobre mis libros o mis artículos en prensa, me dediqué a observar la maravillosa transformación de Bilbao. Y concluí que la paz, en efecto, sienta muy bien.

Bilbao es una ciudad activa pero tan organizada que no hay agobios. Y el nuevo bilbaíno me pareció encantado de sí mismo, como siempre, pero ahora en plan tranqui, sin esa intensidad de los catalanes. Se ve que el Atlántico es mas cool que el Mediterráneo. La producción dispuso un almuerzo en el Archivo Histórico de Euskadi, un edificio con un jardín interior muy Bruselas, ofreciendo pinchos y purrusalda, un guiso de verduras con un poco de bacalao, que de inmediato reporté a mis amigas glamurosas para que acumulen omega tres. Me explicaron que mi apellido se remonta a 1700, que probablemente resurgiera en una plantación de cacao en los valles de Aragua. Es poquísimo tiempo en términos vascos, pero muchísimo en el Caribe. Un apellido que crece en una plantación de cacao es un apellido con gotitas de swing y down y mucho ébano en la piel. Para colmo me enseñaron un retrato de un antepasado vestido con una chaqueta llena de abalorios y charreteras, estilo Napoleón. Lo histriónico y flamboyán me viene de lejos.

Esclavizado por mi vida social, llegué a la subasta de la Fundación Pequeño Deseo donde asistí a un auténtico duelo entre Blanca Cuesta y Eugenia Martínez de Irujo por un lote. Mientras Eugenia pujaba desde la primera fila, Blanca superaba desde la segunda, y cada vez que subía la apuesta tocaba a Eugenia en la cabeza con una de las varitas de hada madrina que se vendían para recaudar fondos. Muy hábilmente consiguieron disparar las apuestas y demostrar que dos casas aristocráticas recaudan mejor unidas.

Blanca y Eugenia me resultaron más divertidas que Albert Rivera y Pablo Iglesias en Salvados. Más que una entrevista, resultó una charla y el verdadero ganador fue Jordi Évole, que, además de conseguir récord de audiencia, se estrenaba como productor. Como en las elecciones catalanas, todos ganan. Aunque Iglesias pareciera desacelerado, igual que la economía China, ahora tiene la posibilidad de reinventarse, quizás sin coleta o con dos, antes de diciembre. Y Rivera, ay Albert, afianzó su carisma de niño bueno pelín sexy que va a salvarnos sin pasar por ¡Sálvame!

Estamos en campaña electoral y sube la adrenalina. Hasta Isa Pantoja, la antigua Chabelita, está en campaña y amenaza con marcharse de España tras la escandalosa aparición de su mamá biológica. En ¡Hola! describió su vida como una telenovela. Ahora tiene dos madres: una muy conocida y presa, y, la otra, Roxana, muy biológica y libre, que ha vendido barata una exclusiva que está haciendo más ricos a los que la publican. Isa está razonablemente herida porque una parte muy delicada de su vida es del dominio público sin que nadie se preocupe por cómo se siente. Lo de marcharse quizás no llegue a suceder, pero recuerda ese momento en que Jackie Kennedy dijo: "Están matando kennedys y mis hijos son los siguientes". Y dejó Estados Unidos para casarse con Onassis. Ojalá le vaya igual a Isa y convierta su telenovela en Dinastía 2.

Chabelita tiene sus problemas familiares y Convergència, el partido de Pujol más el 3%, también. En una de esas redadas de nuestro tiempo, detuvieron a 12 personas. No hay nada que afecte más en una campaña que la inspección en la sede de un partido llene esta de policías y presuntos corruptos. Si un turista que entienda español llegara a España en estos días las palabras que más escucharía serían imputados, partidos políticos y un 3% de madre biológica. Aviso a la recién llegada Netflix: en España puede descubrir los portentos de nuestros shows mediáticos y políticos.

Revisando la entrevista de Jordi Évole a Pablo Iglesias y Albert Rivera, se me ocurrió que Évole y Bertín Osborne deberían hacerse una de esas visitas En tu casa o en la mía. Évole quedaría muy bien apareciendo en la cadena pública mientras que Bertín exploraría otras decoraciones y opiniones mas allá de su fascinación por la ya mítica expareja de Carlos Herrera, Mariló Montero. Aunque me juegue una riña de mi marido, también pensé que Carlos y Mariló podrían refundarse en un reality popular, como unos nuevos Alaska y Mario.

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