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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Barcelona apuesta por la resiliencia

El objetivo es saber minimizar situaciones críticas previsibles o que conseguir que la ciudad se recupere lo antes posible de desastres

Vista de Barcelona
Vista de BarcelonaCRPP UN-Habitat

Como ya anunciaba el artículo La resiliencia urbana, clave del futuro de las ciudades, urbes de todo el mundo están iniciando su camino para convertirse en ciudades resilientes y proteger a sus habitantes, sus bienes y el mantenimiento de la funcionalidad ante las crisis. Éste es el caso de Barcelona, una de las ciudades participantes del programa City Resilience Profiling Programme de las Naciones Unidas que trabaja con el objetivo de mejorar la resiliencia y empoderar a los gobiernos locales incrementando su capacidad de soportar y recuperarse de cualquier desastre.

Para una ciudad, ser resiliente es garantía de poder funcionar, avanzar y regenerarse de la manera más sostenible posible.

Desgraciadamente, lo más frecuente es desarrollar la resiliencia después de una situación de crisis donde queda en evidencia cuán diferente habría podido ser si se hubiese estado preparado (nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena). Es lo que pasó en Barcelona cuando el apagón eléctrico de julio de 2007, colofón de un conjunto de situaciones críticas relacionadas con las infraestructuras, después del cual se encendieron las alarmas y se decidió analizar las causas evaluando en qué medida se podía actuar para evitar volver a padecer situaciones análogas. En este sentido, es muy positivo que actualmente se promueva la resiliencia en las ciudades de manera global desde diferentes instituciones internacionales (como las Naciones Unidas con programas como el CRPP de UN Habitat) o incluso desde fundaciones privadas (como la Rockefeller Foundation y su programa 100 Ciudades Resilientes). La creación de resiliencia de forma proactiva, no posterior a una gran crisis, ha de ser la meta de las ciudades.

Para una ciudad, ser resiliente es garantía de poder funcionar, avanzar y regenerarse de la manera más sostenible posible

Para poner en marcha un modelo eficaz de resiliencia —que proteja la ciudad frente a amenazas conocidas y mejore su capacidad de respuesta, también frente a lo imprevisible— es imprescindible la visión holística, el trabajo transversal y el apoyo decidido de los líderes políticos. La metodología de Barcelona, que comenzó a desarrollarse a partir de las crisis sufridas en 2007, ha evolucionado hasta el día de hoy con un considerable reconocimiento internacional, creando un ciclo de mejora continua que debe traducirse en una disminución, en número y severidad, de las situaciones o incidencias críticas que se producen. A lo largo de este ciclo se concatenan acciones dirigidas a mejorar la resiliencia de la ciudad a base de reducir la probabilidad de ocurrencia, o incluso eliminar, situaciones que supongan un riesgo potencial para su población, patrimonio o continuidad funcional en la prestación de los servicios urbanos. Estas acciones se concretan principalmente en tres etapas: gestión, análisis y reducción de riesgos.

La gestión se realiza, entre otras, en la central municipal de operaciones del espacio público. Todas las incidencias informadas por cualquier fuente (queja ciudadana, información de otros servicios municipales o de operadores privados) son gestionadas con los servicios correspondientes en función de su grado de criticidad. Esta central trabaja sobre una plataforma que les permite conocer la distribución territorial de las incidencias activas, de las infraestructuras críticas y de otros datos para una mejor gestión de las incidencias.

Esta plataforma de conocimiento es la que permite hacer también el diagnóstico de riesgos. No solo ayuda en la gestión, sino que permite un análisis histórico y territorial de la evolución de incidencias de distinto tipo, pudiendo combinar sobre la base cartográfica de la ciudad cualquiera de los datos disponibles en el momento analizado: equipamientos sensibles, infraestructuras críticas, obras en marcha… Todo esto proporciona información conjugada cuyo análisis puede conducir a la detección de situaciones de riesgo y sus posibles causas. Aquí se combina la información de base de la ciudad, que se carga progresivamente, con la de episodios puntuales, incidencias y emergencias, en el momento en que estas ocurren.

Pero no es hasta el paso siguiente cuando se produce la reducción de riesgos. A partir de la información obtenida pueden realizarse acciones de mejora directas, tanto de la gestión como de la transformación de puntos negros concentradores de riesgo. No obstante, en muchos casos la reducción de esos riesgos va ligada a proyectos más transversales cuya correcta implementación y eficacia requiere de una colaboración directa entre actores de diferentes ámbitos.

Lo más frecuente es desarrollar la resiliencia después de una situación de crisis donde queda en evidencia cuán diferente habría podido ser si se hubiese estado preparado

Con el objetivo de facilitar este tipo de proyectos de naturaleza transversal, en 2009 se crearon las Mesas de Resiliencia Urbana de Barcelona, inicialmente llamadas Mesas de Infraestructuras y Servicios Urbanos. Coordinadas por el Departamento de Resiliencia Urbana y la Unidad de Protección Civil y Prevención, se componen de varios grupos sectoriales que desarrollan proyectos de forma colaborativa: energía, ciclo del agua, obras subterráneas y túneles, movilidad, telecomunicaciones, servicios municipales, planeamiento urbano y servicios sociales. Estos dos últimos, incorporados más recientemente para ampliar el alcance de las mesas iniciales y abarcar también desde la óptica de la resiliencia procesos de transformación a largo plazo, así como la componente más social de las vulnerabilidades urbanas.

Tener un protocolo de trabajo común, que garantiza la corresponsabilidad, la comunicación y la vigencia de los proyectos consolidados —que periódicamente son revisados y actualizados—, es básico para incrementar la resiliencia en la ciudad y ha sido objeto de interés de no pocas ciudades que trabajan en su propio proceso, así como de instituciones internacionales que promueven la resiliencia urbana.

Esta es la forma en que se trabaja la resiliencia de Barcelona. El procedimiento se ha ido mejorando progresivamente y aún quedan propuestas y ajustes pendientes de ser implementados. Posiblemente cuando estos se incorporen, otras mejoras se sucederán, lo cual será la garantía de tener un proceso vivo y eficaz para la ciudad. Su objetivo, minimizar situaciones críticas previsibles o que la ciudad se recupere lo antes posible de lo inevitable, hace que su funcionamiento se mantenga en un lugar tan discreto como necesario.

Manuel Valdés López es gerente adjunto de Movilidad e Infraestructuras del Ayuntamiento de Barcelona.

Ares Gabàs Masip es directora del programa de Resiliencia Urbana de Barcelona. Ayuntamiento de Barcelona.

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