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Un mensaje para 10 millones de niños

Un proyecto para llevar formación a los suburbios a través de mensajes, de un equipo de ESADE, se queda a las puertas del Hult Prize, de un millón de dólares

Alejandra Agudo
Mensajes de móvil del proyecto SOMOS.
Mensajes de móvil del proyecto SOMOS.

Optaban a un millón de dólares. El que se entrega al proyecto social ganador del Hult Prize en Nueva York. Y se quedaron a las puertas de conseguirlo. El equipo de la escuela de negocios española ESADE, formado por Anne Friedman, Paola Lozoya, Heron Mochny, Annika Rollmann y Bermet Zozulinskaya, cinco estudiantes de MBA procedentes de Estados Unidos, Indonesia, Alemania, México y Kirguistán, optaba al galardón con su joven empresa We are SOMOS. ¿Su labor? Formar y dar apoyo a los padres de los barrios pobres de las ciudades para mejorar la educación de sus hijos a través de mensajes de texto en su teléfono móvil.

La idea responde al reto que la organización liderada por el expresidente norteamericano Bill Clinton planteaba en su sexta edición: que los participantes presentaran iniciativas para lograr la educación de 10 millones de niños del mundo, de aquellos que tienen oportunidades de acudir a la escuela, a los que viven en suburbios. Más de 20.000 lo intentaron. Seis llegaron a la final. Y los cinco de ESADE no han podido hacer el brindis de celebración con el cava que les habían traído de Barcelona para la ocasión. Con todo, no se sienten vencidos. “No vamos parar, creemos en este proyecto y buscaremos otros financiadores”, asegura Anne Friedman, CEO de SOMOS, como se llama la empresa que han creado.

“Esta competición ha sido solo una excusa para poner toda nuestra energía en solucionar un problema con consecuencias devastadoras en todo el mundo”, explicaba la joven después de saber que el jurado no había seleccionado a SOMOS como ganador. Y piensan seguir adelante con su empresa que en su fase piloto ya está ofreciendo su servicio de sms educativos a 500 padres. “Es una pena que no nos hayan galardonado con el Hult, pero eso no quiere decir nada. Seguiremos trabajando con los progenitores y los niños que nos necesitan”, añadía.

Según su plan de negocio, seguirán su trabajo por México para continuar su expansión por otros países de la región de América Latina y Centroamérica hasta que en 2020 den el salto para ofrecer SOMOS en India. “En los últimos meses se ha convertido en algo más que una competición. Cada día, padres y madres nos dicen lo mucho que aprecian este servicio porque les ha acercado más a sus hijos”, asegura Friedman, quien se erige como portavoz del grupo.

“Todos hemos estado en alguno de estos barrios deprimidos hablando con la gente, con los niños, preguntándoles qué necesitan”, apunta. Así fue como idearon su programa de aprendizaje. Un sistema de mensajes por suscripción en el que, según explican, pretenden empoderar a los críos con palabras. “Millones de niños y niñas inician las primeras etapas de su vidas en situación de desventaja porque no oyen suficientes palabras”, exponían en la presentación de poco más de siete minutos de su negocio. “Son mensajes cortos y simples. Por ejemplo, los textos para enseñar los colores serían: ‘El amarillo es como el Sol; el azul es como los océanos”, abundaba Bermet Zozulinskaya, de Kirguistán con amplia experiencia proyectos de desarrollo y fundadora de una ONG que lucha contra la pobreza en su país.

La presentación del equipo no tenía más fisuras que los nervios. Horas antes de la gala de entrega del premio, el grupo realizaba su último ensayo en el lujoso hotel Sheraton en el corazón de la Gran Manzana. Ya ataviados de gala y descargando a ratos la tensión cantando a coro, simulaban tener delante de sí al jurado. “Jesús no tiene acceso a la educación”, empezaba el discurso Paola Lozoya para exponer las dificultades del niño mexicano en su formación. La madre del pequeño, continuaba Lozoya, es Norma. Una “supermama”, decía mientras su compañero Mochny pasaba las diapositivas con un mando. Friedman era la encargada de concluir la exposición: “El motivo por el que estamos aquí es porque tuvimos padres que invirtieron en nosotros”.

Norma y Jesús son más que una fotografía para presentar su proyecto finalista. Todos han visitado suburbios en México y esta pareja de madre e hijo a la que conocieron en ese proceso era la que, en su opinión, mejor representaba al tipo de personas que su empresa puede ayudar por el pago de seis dólares al año por sus servicios. El modelo es simple, escalable y efectivo, aseguran. Y piensan sacarlo adelante. Ya buscarán un millón de dólares en otra parte.

Los ganadores del millón de dólares

EL proyecto social ganador del Hult Prize 2015 fue el del equipo de la Universidad Nacional de Chengchi, Taiwán. Su propuesta es una plataforma de microinversión que permite a cualquier en cualquier lugar, realizar inversiones de impacto directo en los negocios sostenibles de formación impulsados por educadores locales con talento, según explican en su presentación al galardón. Ahora ellos tienen el millón de dólares para desarrollar esta idea para un mundo mejor.

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Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM

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