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AFROMADRID 2015

No somos ‘cuatro negros’

El decenio afrodescendiente arranca en Madrid con el objetivo de visibilizar una comunidad viva que promueve la equidad y la interculturalidad para dejar atrás los fantasmas del racismo

2.Percusionista del grupo senegalés Chapa Choly durante la inauguración de Afromadrid 2015.
2.Percusionista del grupo senegalés Chapa Choly durante la inauguración de Afromadrid 2015.Edu Granados

“Cómo vas a organizar un congreso de afrodescendientes, si en España apenas hay negros. Somos cuatro”, decía hace unos meses el embajador de un país africano a Guillermo Ponce, Secretario Ejecutivo de Afromadrid 2015. A este médico cubano, que lleva años luchando por los derechos de los afrodescendientes, no le quedó más remedio que reírse y seguir visitando embajadas para recaudar más apoyos.

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Hoy podría contestar, con total seguridad, dos cosas: que en España hay más de cuatro negros  —alrededor de 300 millones conforman la diáspora africana en todo el mundo— y que Afromadrid ya es una realidad viva, con cuerpo y voz propia. Este primer foro global, celebrado dentro del Decenio Internacional de la Afrodescendencia (2015-2024), declarado por la Asamblea de las Naciones Unidas, reunió la semana pasada en Madrid a personalidades, políticos, activistas y artistas de todo el mundo para analizar la situación de la población afrodescendiente y definir la hoja de ruta a seguir en el decenio que acaban de estrenar.

Una semana que empezó reivindicando el cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIES) en España y que acabó con la matanza de nueve personas en una iglesia afroamericana de Charleston (EEUU). “No sirve de nada ser pesimistas, por eso quiero que Afromadrid sea el tronco de un árbol que represente a la sociedad en un contexto de transformación muy concreto”, pedía en el discurso inaugural, Doudou Diene, relator de la ONU. “Quiero que aquí, ahora, como afrodescendientes, recuperemos nuestras raíces de valores humanos y, lentamente, nuestras ideas se transformen en ramas”, haciendo referencia al proverbio bamileké: si no sabes adónde vas, recuerda de dónde vienes.

Este árbol del que habla Doudou se tradujo en el conjunto de propuestas recogidas en las diferentes mesas de trabajo entre las que destacan: el reconocimiento de la esclavitud negra, la reducción de las cifras de fracaso escolar, el aumento de la accesibilidad a estudios superiores de los jóvenes afrodescendientes y la creación de un Consejo Estatal en España para “representar a la comunidad, que no dispone de ningún órgano de participación ciudadana, a pesar de ser la minoría más grande de nuestro país”, según Yolanda Atance, miembro de Afrohispanos y coordinadora general del congreso.

“A pesar de los acuerdos establecidos en la Conferencia Mundial contra el Racismo en Durban (2001), España sigue sin reconocer explícitamente a las víctimas de odio”, declaró el jurista Baltasar Garzón en una de las intervenciones más aplaudidas del primer día. Este tipo de delito, basado en la intolerancia hacia las minorías, registró un aumento considerable en el pasado 2014, y eso que casi un 90% de casos no se denuncian. “Por eso es necesaria hoy, más que nunca, una verdadera política de integración en la que no se confunda la protección del inmigrante con las devoluciones en caliente o los vuelos de deportación”, aclaró Baltasar durante la inauguración en el Caixaforum Madrid.

Es necesaria una verdadera política de integración en la que no se confunda la protección del inmigrante con las devoluciones en caliente Baltasar Garzón

También se debatió, en una mesa organizada por Fundación Sur, el papel que juegan los medios de comunicación a la hora de construir la realidad de los afrodescendientes. “Hablar de África solo cuando hay guerras o hambrunas, obviamente, no ayuda”, afirmó Javier Bernabé, profesor de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). “Por eso creo que tenemos que cambiar el enfoque y apostar por el periodismo preventivo”, que sería algo así como, además de contar la vulneración de derechos humanos en las minas del Congo, reflejar también las soluciones que proponen los activistas locales.

Uno de los ejes cruciales de Afromadrid ha sido la educación. “La educación entendida como herramienta para cambiar el mundo”, precisa Macaé Evaristo, Secretaria de Educación del Estado de Minas Gerais (Brasil) e impulsora del programa Afro-consciencia, que pretende reconocer y valorar la historia y cultura de los africanos en la formación de la sociedad brasileña. “La población brasileña se reconoce en un 52% como afrodescendiente. Es decir, los negros estamos ligeramente excluidos de las instituciones en un país en el que somos mayoría”, explicó indignada por el racismo institucional presente en su país.

Un racismo institucional, reflejado en el último informe de SOS Racismo, que también denunció la Asociación Afrodescendiente Universitaria Kwanzaa durante su intervención sobre los retos de las segundas generaciones. “Se acabó ser pieles negras en máscaras blancas. Debemos conocer nuestras historias, unirnos para empoderarnos y llegar a ser actores relevantes en la sociedad española”, proclamó Yeison García, portavoz de esta asociación situada en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM, que pretende la difusión de las diferentes culturas afrodescendientes.

En esa mesa también participó la Asociación Universitaria de Estudios Africanos Ubuntucm, que nació este año en el mismo campus con tres objetivos esenciales: “La celebración de actividades en el ámbito universitario, la inclusión de asignaturas optativas sobre el África subsahariana y la construcción de puentes entre universidades africanas y europeas”, como explicó Alba Díez, portavoz de una juventud cada vez más interesada en conocer la realidad del continente desde otras perspectivas.

Los encuentros no solo contaron con la presencia de jóvenes alumnos, también hubo profesores. Entre ellos destacó la intervención de Mbuyi Kabunda, “misionero del africanismo”, como le gusta definirse. "De cara a este decenio tenemos que huir del afropesimismo, pero tampoco podemos caer en el afroptimismo exagerado que nos quieren vender. Me refiero al África emergente: el continente de los 700 millones de teléfonos móviles que lleva 10 años creciendo al 6% y que acumula cada vez más desigualdad. ¿De verdad queremos este modelo neoliberal que se preocupa más en los números de las estadísticas que en lo verdaderamente humano?”, preguntó a los asistentes este profesor del Grupo de Estudios Africanos de la Universidad Autónoma.

Somos embajadoras de nuestras raíces, del África y tenemos la obligación de contar la belleza de nuestro continente Caddy Adzuba

Ejemplos como los de Ellen Johnson-Sirleaf, presidenta de Liberia, que se enfrentó a la epidemia del Ébola y lo venció; o heroínas como la periodista congolesa Caddy Adzuba, premio Príncipe de Asturias de la Concordia, que también participó en Afromadrid, impulsaron la celebración de varias mesas de trabajo sobre “el papel de la mujer afrodescendiente” en la educación en valores, el empoderamiento político y la salud sexual y reproductiva.

“A la mayoría de mujeres afrodescendientes ni si quiera se les pasa por la cabeza la participación política, ya que el trabajo ocupa la totalidad de sus horarios”, explicó Augustine Abila, presidenta de Acudeva (Asociación Cultural en Defensa de los Valores Africanos). “No es porque no quieran participar, sino porque o no pueden pagar el transporte o porque tienen miedo a ser cogidas por la policía”, admitió Augustine, en relación a las redadas racistas.

“Rendirse es lo último que podemos hacer”, aseguró Caddy Adzuba, amenazada de muerte desde que denunció la violencia que sufren las mujeres y niñas en su país, en guerra desde 1996. “Somos embajadoras de nuestras raíces, del África, de las Áfricas y, por un lado, tenemos la obligación de contar la belleza de nuestro continente, mientras que por otro tenemos que luchar porque se nos considere por nuestras capacidades y no por nuestro género o color de piel”.

El desgarrador relato de la activista Asha Ismail, que sufrió la ablación del clítoris con cinco años, será uno de los momentos que quedarán en la memoria de los asistentes de Afromadrid. No por su crudeza, sino por el valor que tuvo esta somalí en levantarse y construir una organización como Save a Girl, Save a Generation. “El problema no acaba con la mutilación, sino que la pesadilla llega después: las consecuencias psicológicas, los problemas de con la menstruación, la inseguridad, el rechazo hacia el sexo y, sobre todo, enfrentarse al desconocimiento de la sociedad sobre el tema. Es ahí donde actuamos”, explicó Asha en un salón enmudecido.

Estos son algunos de los muchos momentos que nos dejó Afromadrid. Un congreso que no muere, más bien, nace. Un congreso como punto de partida para una sociedad de civil que aún tiene mucho que decir. “Un congreso muy distinto al de los diputados”, como decía uno de los asistentes, por su diversidad y su diversión, sus colores, sus discusiones, sus acentos mezclados, su impuntualidad y sensibilidad en conocer y reconocer al otro. Un congreso que se despidió con la actuación de la artista Astrid Jones, que cantó un tema llamado Stand Up por “la importancia de levantarse y la necesidad de espacios como Afromadrid para saber cómo respiran nuestras afrodescendencias”.

Edu Granados es miembro de Ubuntucm, la Asociación Universitaria de Estudios Africanos de la Complutense.

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