La fotógrafa amiga de los famosos
Brigitte Lacombe monta su primera muestra tras 40 años entre las bambalinas de los rodajes
En 1975 Brigitte Lacombe y su cámara se fueron por primera vez al Festival de Cannes. “Era la única mujer fotógrafa por aquel entonces, y no sólo en Cannes, había pocas fotógrafas en el mundo”, cuenta Lacombe por teléfono mientras termina de montar su primera exposición en 40 años, que estará hasta el 6 de julio en la galería Phillips en Nueva York. “En aquella época podías acercarte a los actores con más facilidad. Conocí a Dustin Hoffman, y me invitó a ir al rodaje de su siguiente película. Yo no sé si él se lo tomó en serio, pero yo sí, así que volví a París, lo comenté en mi revista, Elle, y me enviaron al rodaje”.
La película era Todos los hombres del presidente (1976), de Alan J. Pakula. Dustin Hoffman y Rodbert Redford desenmascarando el Watergate. Fue el primer rodaje que Brigitte Lacombe retrataría con su cámara. El primero de cientos. “Empecé una buena relación con Dustin y su familia, acabaron ayudándome a conseguir mi residencia en EE UU y me mudé aquí”, dice. “Por haber empezado en una película tan extraordinaria como aquella, pude ir a otros rodajes y me empezó a interesar mucho aquel mundo, me encanta y sigo haciéndolo hasta hoy”.
A Todos los hombres del presidente le seguiría El Casanova (1976) de Fellini, con Donald Sutherland, a quien también había conocido aquel 1975 en Cannes. Y poco después, Lacombe fotografiaría el rodaje de Kramer contra Kramer, donde conocería a una de las personas que ha marcado su carrera: Meryl Streep. “Yo visito un día o dos los sets, no estoy todo el rodaje. Pero he estado siguiendo la carrera de algunos actores y directores durante 40 años ya. Uno de esas personas es Meryl Streep, que para mí no sólo se ha convertido en una maravillosa actriz, sino que es una buena amiga”, dice la fotógrafa francesa afincada en Nueva York. “Otra de las personas a la que estoy más agradecida por su ayuda y nuestra relación es Martin Scorsese, que me ha incluido en todos sus proyectos”.
“Es inusual mantener tu presencia durante tanto tiempo en un mundo como éste”, añade Lacombe, que demostró ser la fotógrafa amiga de las estrellas en la inauguración de su exposición en Manhattan. Por allí pasaron: Scorsese y De Niro, posando delante del retrato que les hizo Lacombe en 2002; Meg Ryan, Christian Slater, Oscar Isaac, Joel Coen…
Titulada Complicities (Complicidades), la exposición está compuesta por 20 fotos, tomadas entre 1976 y hoy, que resumen la intimidad de la fotógrafa con sus modelos. “La mayoría son fotografías de rodaje, pero también hay retratos relacionados con el entretenimiento”. Como el que tomó a Andy Warhol en París en 1977; el primero que le hizo a Meryl Streep en 1976; o los que le hizo a la actriz Michelle Williams en los descansos de Mi semana con Marilyn.
“El tipo de imágenes que consigo es por el nivel de complicidad que tengo con la gente que trabajo”, explica. “Necesitas la complicidad o intimidad para establecer una relación de confianza. En un set por ejemplo, me están incluyendo en el equipo de la película y necesitas crear esa complicidad con los actores, técnicos, para trabajar en ese entorno. Y lo mismo pasa con los retratos. Para el tipo de retratos que hago, muy clásicos, muy íntimos, necesito la colaboración de la persona que estoy fotografiando, y no imponer mis ideas”.
Gracias a esa complicidad y a sus 40 años de experiencia en el cine, Lacombe se mueve en esos ambientes como la perfecta espía, un ser casi invisible, capaz de captar momentos íntimos entre actores y directores que luego contarán secretos de la película en cuestión. “Es difícil estar en un rodaje y conseguir las imágenes que quieres, porque tú eres la persona menos importante, tienes que encontrar el momento y ser respetuoso. La fotografía es accesoria, pero al final todo el mundo está contento de que se haya hecho”.
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