La pesadilla de la mudanza hecha arte

Hay varias profesiones que envidio por su potencial en cuanto a hacer bromas. Los fareros, por ejemplo, pueden hacer sombras chinescas gigantes. De hecho si Batman existiera el único que podría hacerle la broma de llamarle sería un farero. También está el que escribe los textos en los carteles luminosos de las carreteras (no me diréis que no triunfaría en ciertos tramos el cartel “en esta zona huele a caca, lo sé”). Otros son los fabricantes de extintores, que haces una remesa con los pitorros de salida girados y la risa está garantizada; o los empaquetadores de preservativos, tan solo con una agujita puedes hacer la conocida B.B.B: Broma Baby Boom.

Pero sin duda una de las profesiones que más envidia bromística me da es la de los protagonistas de En movimiento y Traslados imposibles, los dos programas sobre mudanzas gigantes con los que cuenta el canal Energy. En estos dos espacios podemos ver a expertos en mudanzas con maquinaria especializada que te mueven a donde quieras desde casas enteras, iglesias o ayuntamientos hasta estatuas, barcos o aviones.

A mí esta gente me da muchísima envidia. Imaginaros el horizonte de posibles bromas que se abre ante uno con una máquina de estas: puedes mover la Torre de Pisa a una cuesta para que parezca que está recta, descolgar las Casas Colgantes de Cuenca, poner los leones de la Cibeles en el Congreso y los del Congreso en la Cibeles, a ver cuánto tiempo tarda la gente en darse cuenta… Poner la sede del PSOE y PP puerta con puerta a ver como se llevan de vecinos, llevar la Sagrada Familia a la playa de la Barceloneta y decir que es el mayor castillo de arena del mundo o llenar el aeropuerto de Castellón de algo muy loco como... no sé... ¡Aviones!

Así que ya sabéis, si queréis sentir esta envidia sana solo tenéis que ver En movimiento y Traslados imposibles. Yo ya estoy intentando convencer a uno de estos señores para que le lleve a mi madre su casa a primera línea de playa en Benalmádena.