El modelo venezolano
Chávez se convirtió en referencia para la izquierda radical porque demostró que una revolución popular podía conquistar el poder democráticamente y mantenerse en él
Durante los años noventa del siglo pasado, la izquierda a la izquierda de la izquierda —sí, no es fácil encontrar un término aceptable— anduvo huérfana de modelos. La revolución cubana, como señalara el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, se había convertido más en un problema, una incómoda reliquia de la Guerra Fría, que en un modelo sobre el que construir el socialismo del siglo XXI (¿Por qué Cuba se ha vuelto un problema difícil para la izquierda?, El Viejo Topo, 2009). Al mismo tiempo, aunque el levantamiento zapatista de 1994 generara una inmensa ilusión en dicha izquierda, el experimento político, militar y social liderado por el subcomandante Marcos no podía ser exportado más allá de la selva Lacandona. Si la escasez crónica y la falta de legitimación democrática descartaban la vía cubana, y el recurso a la violencia descartaba la vía mexicana, ¿entonces, qué opciones tenía esa izquierda que se veía como hija de la devastación neoliberal? Ahí es donde aparece Chávez.
Si Chávez se convirtió en referencia para esta izquierda es porque demostró que una revolución popular podía conquistar el poder democráticamente y mantenerse en él. Los Castro nunca pensaron en convocar elecciones, no porque no las pudieran ganar —sin medios de comunicación críticos y con la oposición en el exilio, parecería difícil no poder ganarlas— sino porque en su esquema ideológico las elecciones democráticas eran un mecanismo típico de la democracia liberal burguesa a que sólo se podía oponer la colectivización y la dictadura del proletariado. Pero gracias a Chávez, esta izquierda pudo disputar la noción de democracia a liberales y socialdemócratas. Chávez ganaba elecciones, ¡y de qué manera!, permitiendo así rechazar las críticas internacionales. Que el mero hecho de ganar elecciones no sirva para legitimarlo todo, tenga poco que ver con la izquierda y menos convierta automáticamente a un régimen en una democracia (piensen en Rusia o Irán), debería haber sido objeto de atención. Pero no fue así. El caso es que, una vez más, la vía al socialismo genera escasez crónica, falta de libertad y violencia política. Las cada vez más apagadas reivindicaciones del modelo venezolano hablan de la nueva orfandad de la izquierda radical, que vuelve a la casilla de salida. @jitorreblanca
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