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Alta moda en el país más llano

Una exposición recorre en Bruselas un siglo de creación textil en Bélgica para entender el éxito imprevisible de sus modistos

Álex Vicente
Los seis de Amberes, de izquierda a derecha: Yee, Van Noten, Demeulemeester, Van Beirendonck, Bikkembergs y Dirk Van Saene.
Los seis de Amberes, de izquierda a derecha: Yee, Van Noten, Demeulemeester, Van Beirendonck, Bikkembergs y Dirk Van Saene.Karel Fonteyne

Bélgica ocupa hoy un lugar destacado en el mapamundi del estilo, aunque nada la dirigiera hacia este destino. De ese país llano al que cantó Jacques Brel, sin encontrar nada más digno de elogio que el cielo gris y el viento del norte, han terminado por surgir distintas generaciones de modistos revolucionarios. ¿Qué tenían dos ciudades de tamaño medio y escasa tradición, como Bruselas y Amberes, para competir con las grandes capitales de la moda? Una nueva muestra, Los belgas. Una historia inesperada de la moda, esboza hasta el 13 de septiembre algunas respuestas desde las salas del Palacio de Bellas Artes de Bruselas.

El título de la exhibición hace un guiño a la manera como se les denominó en el París y el Londres de los ochenta. “Vamos a ver a los belgas”, se solía decir, como si fueran un grupo homogéneo marcado solo por su nacionalidad. En parte fue así por motivos prácticos: los nombres de Dries Van Noten, Ann Demeulemeester o Walter Van Beirendonck eran algo impronunciables. Otra posibilidad consistía en llamarlos “los Seis de Amberes”, la excelsa promoción surgida en 1981 de la Real Academia de Bellas Artes de Amberes, que conformaron los tres nombres mencionados, además de Dirk Van Saene, Marina Yee y Dirk Bikkembergs.

Diseño del diseñador KRJST, temporada 2015–2016.
Diseño del diseñador KRJST, temporada 2015–2016.Sebastien Delahaye

Estos diseñadores compartían un denominador común: una radical propuesta estética, situada en algún punto entre la tradición barroca, el rigorismo protestante y el arte conceptual, ejecutada con técnica asombrosa y cierta ambición intelectual. Como recuerda la exposición, no dudaron en introducir conceptos tan chocantes como la asimetría y el hermafroditismo. “No tenían nada que ver con lo que se hacía en los ochenta, salvo con los japoneses. Su propuesta era diametralmente opuesta al buen gusto y el glamour de aquella década. Por eso crearon semejante shock”, opina el comisario, Didier Vervaeren, antiguo director artístico de Delvaux y profesor de La Cambre, la ascendente escuela de moda de Bruselas.

El recorrido, que revisa la producción de 75 diseñadores del último siglo, arranca con la primera marca belga de alta costura, tal vez para recordar que nada surge por generación espontánea. La maison Norine fue fundada en 1915 por un matrimonio de excéntricos que colaboraron con Magritte y otros artistas de la época, igual que sus sucesores terminarían por la permeabilidad de otras artes. Décadas más tarde, Dries Van Noten creó vestuarios para la coreógrafa Anne Teresa de Keersmaeker, mientras que Raf Simons, otro antiguo alborotador que empezó inspirándose en la estética de los ravers flamencos, ha diseñado colecciones junto al artista plástico Sterling Ruby.

La explicación a la permeabilidad entre disciplinas se halla en las propias escuelas donde se formaron. “Nuestra clase estaba delante del departamento de fotografía y de diseño gráfico. Íbamos a comer juntos y a menudo también creábamos juntos. Éramos jóvenes solitarios llegados de pequeños pueblos, donde nos trataban de raros. Al llegar allí nos sentimos liberados, como si fuera un paraíso de creación”, recuerdan los integrantes de A.F. Vandevorst, pareja de modistos que se conoció en la Real Academia de Amberes. No les ofende que la muestra atienda más a la nacionalidad que a las diferencias entre sus integrantes. “Es normal que nuestro origen intrigue. Nunca hemos entendido que, de un país tan minúsculo, salgan tantos modistos. ¿Por qué ha sucedido aquí y no en Lituania?”, se preguntan.

Diseños de Bozar.
Diseños de Bozar.

La respuesta a esta efervescencia podría encontrarse en el apoyo gubernamental. A principios de los ochenta, el ministro de Economía Willy Claes se propuso salvar el acero en Valonia y la industria textil en Flandes, a través de sustanciosos apoyos que, en el segundo caso, dieron sus frutos. Pese al éxito internacional, los autóctonos no siempre están orgullosos de sus modistos. “En general, la gente no sabe que somos famosos por la moda. Fue un movimiento de vanguardia y lo sigue siendo”, afirma la comisaria adjunta, la historiadora de la moda Nele Bernheim, que apunta a Van Noten y Martin Margiela -el diseñador de rostro desconocido que nunca salía a saludar en sus desfiles-, como únicos nombres conocidos por el gran público. Doce diseñadores belgas siguen desfilando hoy en la semana de la moda de París. Algunos incluso dirigen firmas del mayor abolengo. Simons es director artístico de Dior, mientras el también flamenco Kris van Assche diseña sus colecciones masculinas y Anthony Vaccarello, valón de origen italiano, se encarga de Versus, la segunda marca de Versace.

La muestra expone creaciones de todos ellos, además de ceder lugar a algunas rara avis como Diane von Fürstenberg. La diseñadora creció en Bruselas antes de hacer carrera en Estados Unidos con su wrap dress, el vestido de corte cruzado que triunfó en los ochenta. “Nunca creí pertenecer a esta escena. Los nombres de esos diseñadores me intimidaban mucho”, reconocía durante la inauguración. “Me siento emocionada de formar parte de la muestra, porque crecí a 200 metros de aquí. Mi primera clase consistió en dibujar este barrio y aprendí geografía gracias a Tintín. No es que me sienta belga, sino que lo soy”.

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Sobre la firma

Álex Vicente
Es periodista cultural. Forma parte del equipo de Babelia desde 2020.

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