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Luz y taquígrafa
Columna
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Pantoja, presa y mártir

Su salida temporal de la cárcel no defrauda ni a los partidarios ni a los detractores que le gritan "guapa" y "choriza" con idéntica pasión en cuanto pone un pie en la calle

La tonadillera Isabel Pantoja, junto a su hermano Agustín, a su salida este mediodía de la prisión de Alcalá de Guadaira (Sevilla).Foto: atlas | Vídeo: RAFA ALCAIDE (EFE) | ATLAS
Luz Sánchez-Mellado

De rojo-rojo clavel y blanco-blanca Paloma. A punto de desnucarse de lo alta que llevaba la testa. Caminando más derecha que una vela dándole tumbos a su bolsito de volantes blancos y rojos en bandolera en homenaje a su Virgen de su Rocío de su alma, testigo muda de sus días de fino y rosas con Julián Muñoz, el hombre que le buscó la ruina. De la mano de su hermano Agustín, su caballero sirviente desde que vino al mundo por la cuenta que le tiene. Primorosamente maquillada por alguna compañera de trena igual o mejor que cuando el peluquero estrella Leonardo la estucaba para el especial Nochevieja de Televisión Española. Lustrosa como pocas, guapetona como es ella, morena zahína de piel y de pelazo como solo consigue ennegrecer el sol del patio de la cárcel y una mano experta de tinte en las raíces. Más flamencona que nunca. Pantoja en estado puro. De esa guisa ha salido de la cárcel la reclusa más famosa de España en su primer permiso penitenciario. Sin defraudar a nadie. Ni a los partidarios ni a los detractores que gritan “guapa” y “choriza” con idéntica pasión a su paso cada vez que la estrella de la copla condenada por blanqueo de capitales pone el pie en la calle.

Decir que Isabel Pantoja domina la escena es como decir que el sol sale cada mañana. Un pleonasmo, con perdón de la palabra, innecesario. Varios días, con sus noches, llevaban los periodistas de los programas cardíacos y de los informativos más prestigiosos haciendo guardia a las puertas de la prisión de Alcalá de Guadaíra para no perderse el espectáculo. Unos y otros saben que Pantoja vende. Y ella sabe que ellos lo saben. Seguro que había visto el despliegue de medios en la tele del talego en las vísperas. Y, seguro que, antes muerta que sencilla, decidió salir del talego como sale ella al escenario: dejando clavado al asiento al respetable sin ni necesidad siquiera de abrir la boca.

Los médios acorralan el coche en el que la cantante abandonó la cárcel camino de Cantora.
Los médios acorralan el coche en el que la cantante abandonó la cárcel camino de Cantora.GOGO LOBATO (AFP)

Sus aires de diva en el paseíllo hasta el coche lo decía todo. Su frente altiva de estoy viva y coleando pese a quien pese. Su sonrisa de quién ríe última ríe dos veces. Su rictus de lo que estoy sufriendo no está ni agradecido ni pagado. Sus ojos acuosos de chivo expiatorio de la manada de corruptos que son, han sido y serán en este país de pandereta. Su indisimulado orgullo de yo ya casi he pagado mi deuda. Sus cejas levantadas de no soy ni la primera ni la última que se ve en esta tesitura, y no miro a nadie, Cristina de Borbón y Grecia. Su inequívoca jeta de mi venganza (mediática) será tremenda.

No consta por ahora si Pantoja ha ejercido o no su derecho al voto por correo en las municipales y autonómicas. Ni si habrá seguido los resultados electorales en chirona. Ni si sabrá, o no, que, al cierre de esta edición, Serafín Castellano, delegado del Gobierno en Valencia, es el penúltimo político detenido y cesado por presunto corrupto. Lo que seguro que sí sabe es que Isabel Pantoja Junior, la niña de sus ojos, está pasando calamidades transmitidas en directo desde una isla perdida de Honduras a razón de 30.000 euros la semana. Que su niño Kiko Rivera va aumentar próximamente con otro bebé la ya nutrida prole a su cargo. Y que su vida, ya que no su obra, sigue llenando horas de televisión y páginas de revistas sin que ella, de momento, vea un euro al respecto.

Eso, bien lo sabe ella, tiene remedio. “Los focos, a mi persona”, volverá a decir a su debido tiempo, como dijo en su día a los técnicos de iluminación de una de sus galas en una de esas perlas salvajes para labrar en piedra, aunque sea pómez, que solo sueltan por esa boca en los momentos críticos ciertas folclóricas, futbolistas y toreros. Pagada su deuda con la sociedad y con el fisco, es la primera que sabe que teles y revistas de todo pelaje guardan su ausencia para reabrirle las puertas de la gloria en cuanto ella se deje. ¿No se la han abierto a otro convictos de menos campanillas? Seguro que Vasile ha tomado nota. ¿Qué Gran Hermano VIP, ni qué Supervivientes, ni qué Sálvame Deluxe? El auténtico reality show es ella.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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