Viaje a una región compungida
Durante cuatro días la Reina ha visitado proyectos de cooperación en Honduras y El Salvador, los dos países más violentos de Centroamérica, considerada a su vez la región con la mayor tasa criminal del mundo
Este es el lugar del mundo donde los alcaldes regalan féretros en campaña electoral, donde una madre tiene que arrastrar el cadáver de su hijo adolescente por una ladera (el cuerpo del muchacho va dentro de una bolsa de forense y la madre sujeta las asas para que no se le caiga), donde en el último mes han matado a plomo a más de 500 personas, donde los camiones que atropellan perros callejeros siguen su camino y donde, en mitad de la carretera, hay carteles que dicen: "No matarás".
La Reina de España visitó esta semana Honduras y El Salvador, los dos países más violentos de Centroamérica, considerada a su vez la región con la mayor tasa criminal del mundo. Según Insight the Crime, en el primer país fueron asesinadas el año pasado 5.802 personas (79 por cada 100.000 habitantes) y, en el segundo, 3.942 (68,6). Doña Letizia comprobó este drama en la exposición de los fotoreporteros de El Faro, un medio digital de El Salvador, que muestra con toda crudeza los efectos de la violencia en el día a día de los salvadoreños.
El primer viaje oficial en solitario de la Reina estuvo centrado, como los de su antecesora doña Sofía, en la cooperación española. Pese a la crisis, y a la vista de que se han reducido muchos presupuestos, la ayuda ha intentado mantenerse para los proyectos más avanzados y los que mejores resultados han ofrecido. La comitiva visitó -a veces de forma acelerada por lo apretado de la agenda- hospitales, depuradoras, iglesias restauradas, centros de mujeres y consultorios jurídicos. En una ocasión tuvo que cancelarse el recorrido por una isla porque no había tiempo.
El viaje ha podido resultar frío en ocasiones, en comparación a lo acostumbrado con doña Sofía. Los que han acompañado más de cerca a la Reina en este peregrinar consideran que el interés que ha despertado la visita —había más de 20 periodistas españoles en la caravana frente a los cuatro que acompañaron a la esposa de don Juan Carlos en su última misión— y el interés de las autoridades locales por promocionar al máximo el momento ha encorsetado algunos de los eventos. La delegación española descartó sumarse a fastuosas puestas en escena en los que la Reina se diera baños de masas por un perfil más bajo y contenido dado el carácter de la visita.
La Reina prefería que los elogios o las críticas a su viaje se centraran más en lo político y menos en su apariencia
Doña Letizia departió con los presidentes de Honduras y El Salvador, pero en las distintas ocasiones en las que habló en privado incidió en que sobre todo le interesaba conocer los proyectos de cooperación sobre el terreno. En las reuniones que mantuvo con los líderes de los proyectos o con los beneficiarios de las ayudas preguntó mucho, se interesó por cuestiones jurídicas y técnicas que a priori aburren al más entusiasta de los cooperantes y escuchó las historias de las mujeres salvadoreñas que sufren la persecución de las autoridades por haber abortado.
La prensa local ha dado amplia cobertura a la visita real. Los comentarios estuvieron muy centrados en su aspecto. Los periódicos dieron en portada fotos de la Reina y algunos, como La prensa gráfica, destacaron en su crónica que "los pobladores reconocieron en ella un verdadero interés por ayudar a los necesitados". El propio Gobierno de Honduras, en una nota de prensa, subrayó que llegó al país con un tacón de 12 centímetros, con una "elegancia natural" y "el semblante sonriente". La propia Reina prefería que los elogios o las críticas a su viaje se hubieran centrado más en lo político y menos en su apariencia.
Los asuntos de violencia no le son ajenos del todo. Durante sus años como periodista en la ciudad mexicana de Guadalajara, la hoy Reina comprendió el fenómeno de la inseguridad en Latinoamérica, un asunto sobre el que todavía se informa. La reunión con la rectora de la mayor universidad de Honduras, Julieta Castellanos, un referente en la lucha contra los asesinatos y el respeto a los derechos humanos en este país, fue una forma de demostrar sensibilidad con el tema, aunque la mayoría de los medios españoles lo ignorasen porque no conocían a Castellanos.
En el centro cultural de España comentó con los responsables de El Faro una serie de fotografías de las prendas de las víctimas de homicidio. Camisetas, pantalones, sujetadores quemados, destrozados, impregnados de esa soledad que rodea a la muerte. De un vistazo, se trataba, aunque fuera por unos segundos, de una inmersión en la región más compungida.
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