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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El niño de la maleta

Los inmigrantes buscan ingeniosas (y peligrosas) maneras de eludir la vigilancia en las fronteras

Marcos Balfagón

La atracción es tan poderosa que cualquier método sirve para intentar alcanzar la soñada Europa. Los inmigrantes irregulares no dudan en arriesgar la propia vida, como hemos visto en tantas ocasiones, para alcanzar su objetivo. Las autoridades han detenido a sin papeles Que aspiraban cruzar la frontera que separa España de Marruecos escondidos en lugares imposibles, como el salpicadero o el motor de un coche. Otros viajaban completamente contorsionados en el doble fondo de un automóvil o en los bajos de una furgoneta. Incluso se han arremolinado en el hueco de la hélice de una embarcación o han ensayado alcanzar las costas en minúsculas balsas neumáticas, casi de juguete.

Lo que hasta ahora no se había visto era intentar burlar la vigilancia embutido en una maleta. Ha ocurrido en el puesto fronterizo del Tarajal (Ceuta). Los agentes quedaron estupefactos al comprobar en el escáner el contenido del equipaje de una mujer de 19 años. Transportaba, oculto entre la ropa, a un niño en posición fetal.

El chaval tiene ocho años, se llama Abou, procede de Costa de Marfil y estaba al borde de la deshidratación. La segunda sorpresa de la Guardia Civil se produjo cuando intentó acceder a Ceuta un adulto de la misma nacionalidad que Abou y con residencia en Las Palmas de Gran Canaria. Era su padre. Él y la mujer marroquí que portaba la maleta han sido acusados de un delito contra los derechos de los inmigrantes.

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Mientras los inmigrantes buscan ingeniosas (y muy peligrosas) maneras de eludir los controles aduaneros, los funcionarios tienen instrumentos cada vez más sofisticados para impedirlo. Cuentan con una máquina de detección de latidos del corazón a la que son sometidos todos aquellos vehículos sospechosos.

Detrás de las desesperadas intentonas por alcanzar Europa se esconden dramáticas situaciones. Los inmigrantes huyen de la miseria, de la guerra o de la persecución (y, muy a menudo, de todo eso a la vez). Buscan un lugar donde puedan sentirse seguros. La cruel ironía es que son muchos los que se dejan la vida en el camino.

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