Cómo prepararse para ir a Sierra Leona a luchar contra el ébola
Primera entrega del diario de una cooperante biotecnóloga en una unidad de diagnóstico de la enfermedad en el país africano
Hasta hace un año, muchos ni siquiera habían oído hablar del ébola. Fue en marzo de 2014 cuando la Organización Mundial de la Salud reconoció que había un brote epidémico del virus del en el oeste de África que constituía una "emergencia de salud pública de importancia internacional". Los estragos de esta tragedia no son cuantificables simplemente con el elevado número de casos de infectados (casi 26.000) y la alta proporción de muertes (más de 10.700). El mayor impacto de esta catástrofe son los miles de niños que se han quedado huérfanos, los más de un millón de hombres y mujeres que perdieron sus trabajos cuando toda la economía del país se paralizó y las miles de muertes debido a la falta de tratamiento para enfermedades comunes como malaria o diarrea.
Esta epidemia ha representado una de las mayores movilizaciones humanitarias de la historia con miles de médicos, enfermeros, científicos, psicólogos y cooperantes desplazándose a África para contribuir en el control de este terrible brote epidémico.
He escuchado unas 100 veces: "Tú ayuda... pero ten mucho cuidado"
He tenido el privilegio de ser seleccionada para trabajar como voluntaria en un centro de tratamiento de ébola y mañana (en el momento que escribo estas líneas) volaré rumbo a Sierra Leona. Allí ayudaré en la lucha contra la enfermedad con la ONG International Medical Corps (IMC) en un centro fundado por el Gobierno de Reino Unido. Mi labor como cooperante será trabajar en la unidad de diagnosis de un centro en Makeni, una de las ciudades más grandes del país. Como científica trabajando en infecciones emergentes y zoonóticas, soy consciente de la gravedad de este brote y me siento enormemente afortunada por ser capaz de ayudar con mis capacidades y experiencia a luchar contra el ébola en la peor crisis humanitaria de la historia reciente de África.
Las últimas semanas han transcurrido a un ritmo vertiginoso con una intensa y concienzuda preparación por parte del departamento de salud de Inglaterra (Public Health England) así como de mi ONG.
El citado departamento nos entrenó en un centro construido exactamente como una réplica de las unidades de diagnóstico en los centros de tratamiento en Sierra Leona incluyendo los mismos instrumentos, idéntica disposición de las diferentes zonas e incluso estufas para imitar las elevadas temperaturas a las que tendremos que trabajar en África. Fue un entrenamiento magnífico donde no solo aprendimos a diagnosticar el letal virus con precisión, sino también aspectos más prácticos, pero no menos importantes, para minimizar los riesgos; así, nos enseñaron, por ejemplo, a ponernos el traje de protección de manera apropiada.
Nos han entrenado en un centro que es una réplica exacta del que trabajaré en Sierra Leona
Además, la ONG InterHealth comprobó que nos encontrábamos en un estado de salud y bienestar adecuado antes de partir a trabajar en unas condiciones extenuantes de calor y estrés. Entre otras cosas, se encargaron de nuestra revisión médica total (sí, desde los dedos de los pies a la cabeza) y nos hicieron miles de análisis: de sangre, renal, de orina, de grupo sanguíneo, de inmunidad a hepatitis B... Mi parte favorita fue el extenso examen psicológico al que nos sometieron para comprobar nuestras capacidades para combatir el estrés.
Por si todo esto fuera poco, también conseguí ponerme 10 vacunas en el tiempo récord de ocho días: meningitis, fiebre amarilla, hepatitis A, hepatitis B, la triple vírica, dos de cólera, dos de la rabia y hasta la de la gripe. Y os preguntaréis: ¿cuánto te dolieron los brazos después de todas esas vacunas? o ¿por qué os hacen poner la vacuna de la gripe en pleno mes de abril? Pues, aunque las probabilidades de desarrollar gripe en este mes son bastante reducidas, podría darse el desafortunado caso de que nos contagiáramos y, por los parecidos síntomas con el ébola durante los primeros días, confundir el virus.
Tras un sinfín de trámites burocráticos previos al viaje, solo me queda preparar la medicación contra la malaria de la cual empiezo mi primera dosis hoy mismo y que tomaré hasta una semana después de mi regreso. El Departamento de Salud Inglés me ha facilitado también una red y repelente antimosquitos, un kit de primeros auxilios, tratamiento rehidratante, tratamiento para la diarrea, otros medicamentos varios y antisépticos. Como dato curioso, nos han dado también un paquete de preservativos a la vez que nos recordaban que no debía haber contacto físico de ningún tipo con nadie durante nuestra estancia en África y hasta 21 días después de nuestro regreso. Lo llaman la No Touching Policy (regla de no tocarse).
Este es uno de los mayores retos a los que me enfrentado jamás
Tras unas semanas de desenfrenado ajetreo y tras haber escuchado unas 100 veces por parte de mi familia y amigos el “tú ayuda… pero ten mucho cuidado”. Por fin, mañana partiré a uno de los mayores retos a los que jamás me he enfrentado, deseando dar lo máximo de mis capacidades para poder aportar mi granito de arena y contribuir a controlar la peor epidemia de ébola de la historia.
Esta crisis ha afectado a tres de los países más pobres del mundo: Sierra Leona, Liberia y Guinea. Todavía se necesitará mucha ayuda para erradicar este brote y tendrán que pasar muchos años hasta que la población local pueda recuperarse de los estragos causados. Centenares de ONG en todo el mundo están enviando asistencia y han conseguido mejorar las condiciones significativamente. Sin embargo, todavía hay mucho trabajo por hacer. Si tenéis la oportunidad, no lo dudéis. Luchar por un mundo mejor tendría que ser el deber de todos.
Y tras todos estos interminables preparativos y emotivas despedidas, ya estoy lista para volar en unas horas rumbo al continente africano. Próximas entregas, desde Sierra Leona.
Raquel Medialdea Carrera es una biotecnóloga asturiana haciendo el doctorado en la Universidad de Liverpool y colaborando en el Centro de Tratamiento de ébola de Makeni (Sierra Leona) en la Unidad de Diagnosis para International Medical Corps (IMC).
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