TE LO COMES CON EL TTIP
Por Sandra Espeja, responsable del área de Agricultura y Alimentación de Amigos de la Tierra
Érase una vez un Caballo de Troya del siglo XXI llamado el TTIP. El caballo cual tanque de combate quería destrozar la soberanía de los pueblos y rebajar todas las normativas de seguridad para fomentar el comercio a toda costa por encima de los derechos humanos, el derecho a decidir, nuestra salud y la del medio ambiente.
El Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones entre EEUU y la UE, TTIP, tiene como objetivo equiparar la legislación a ambos lados del Atlántico y así introducir productos estadounidenses, ahora prohibidos en nuestro territorio. Suena a cuento, a una historia de ciencia ficción, pero, lamentablemente, en este caso se cumple el proverbio “la realidad supera la ficción”. Tanto los negociadores estadounidenses como los europeos pretenden que sea una realidad. Los aspectos relacionados con nuestra alimentación son unos de los puntos prioritarios en estas negociaciones, que tienen lugar a espaldas de la ciudadanía.
¿Qué nos vamos a comer con el TTIP? El menú incluye un limpísimo pollo clorado a la lejía, unas sabrosas salchichas a la ractopamina, una ternera bien hormonada, y de picoteo palomitas transgénicas. ¡Qué más se puede pedir! Bajo el título “Te lo comes con el TTIP” de TTIP Secret, Amigos de la Tierra informa sobre las consecuencias del TTIP en nuestra alimentación.
Pero…, ¿por qué un tratado internacional de libre comercio implica desregulación y pérdidas de derechos para la ciudadanía y afecta a nuestra comida? Vamos a explicarlo con algunos ejemplos comparativos.
Dos jugadores: EEUU y la UE. El primero basa sus políticas en potenciar el comercio internacional a cualquier precio (nunca mejor dicho) y el segundo, aunque también busca potenciar los beneficios de grandes empresas, basa su regulación en ciertos pilares, como por ejemplo, el principio de precaución, y tiene más en cuenta los derechos de los consumidores. Estas políticas estadounidenses chocan directamente con la forma de producir y tratar nuestros alimentos.
- El maíz de las palomitas es transgénico en EEUU, como otras 150 variedades transgénicas que se cultivan en su territorio. Sin embargo, en la UE sólo está aprobada 1 variedad transgénica, el maíz MON 810. El TTIP implicaría la entrada masiva de alimentos transgénicos en nuestras fronteras.
- Siguiente ejemplo: en EEUU es habitual lavar o sumergir los pollos, pavos, cerdos y otros tipos de carne en cloro. La carne se desinfecta al final del proceso de producción, enmascarando posibles enfermedades del ganado. Una práctica prohibida en Europa.
- El uso de hormonas para tratar la carne– incluyendo estrógeno, progesterona, testosterona y sus derivados sintéticos –está permitido en EEUU desde la década de los 50. Sin embargo, la UE prohibió su venta en 1981, y en 2003 reafirmó su decisión. Varios estudios científicos demuestran que “el uso de hormonas como promotores del crecimiento representaba un grave riesgo para la salud de los consumidores”.
- ¿Y qué es la ractopamina? Se trata de un fármaco que se emplea en EEUU como aditivo alimentario para promover el crecimiento de la masa muscular en el 80% de los cerdos, vacas y pavos. La UE también prohibió su uso en 1996, al igual que en más 160 países donde tampoco está permitida.
Si no detenemos el TTIP, todos estos tóxicos terminarán en nuestros platos. La salud de las personas consumidoras ha de situarse por encima de los beneficios empresariales. El progreso real y uno de los grandes retos es alcanzar una alimentación saludable y justa tanto social como ambientalmente. Ante el comercio internacional, nosotras, como consumidoras, tenemos el poder de revertir la tendencia comprando productos locales y ecológicos, fomentando la economía de nuestro entorno y fortaleciendo el empleo.
Este mensaje vamos a lanzarlo alto y claro el 18 de abril, en todas las ciudades y territorios de Europa. Hay manifestaciones convocadas en prácticamente todos los territorios, descubre dónde en el blog de No al TTIP ¡Únete para decir ‘NO al TTIP’!
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