¿Y si el mundo no es tan urbano?
(*) Por Manu Fernández
Dice la letanía que en algún momento en 2007 la mayor parte de la población mundial ya vivía en ciudades. Este dato se ha convertido en un lugar común y en el inicio casi inevitable de cualquier artículo o conferencia sobre temas urbanos. Hoy ese porcentaje, según las Naciones Unidas, es del 54% de la población mundial y, según las proyecciones demográficas, alcanzará el 66% en 2050.
Estos datos nos hablan, evidentemente, de una fenomenal transformación social, económica y ecológica en el mundo, una transición demográfica acelerada e inaudita en las regiones menos desarrolladas del planeta. A fuerza de repetición, hemos asumido la idea de ciudad y de áreas urbanas como un todo sin matices y unívoco. Sin embargo, podemos matizar y hasta poner en cuestión que el mundo sea realmente urbano, al menos si lo que tenemos en mente es la idea más generaliza de ciudad como un espacio relativamente compacto, moderno, ordenado,…
- El mundo se está haciendo urbano pero, en realidad, el aumento está muy concentrado. El informe World Urbanization Prospects 2014 de la división de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas apunta a que el 37% de la urbanización en el mundo hasta 2050 sucederá en sólo tres países: China, India y Nigeria. De esta forma, tal como refleja la imagen, el crecimiento urbano es un fenómeno de concentración espacial en determinadas regiones del mundo.
- El número de megaciudades (digamos, más de 10 millones de habitantes) seguirá creciendo, pero el fenómeno de las ciudades de segundo rango es el más novedoso, ya que es esta red de ciudades de tamaño medio (entre medio millón y 5 millones) donde se concentrará gran parte de la nueva población mundial, configurando además una tupida red de ciudades de este tipo a la sombra de las grandes megalópolis.
- La opinión pública ha asumido ya la pujanza del Sudeste Asiático como nuevo polo económico y tenemos cierta conciencia sobre el ascenso de la urbanización en países como China, Indonesia o India, que asociamos rápidamente a nuevos centros económicos globales como Shanghai, Guangzhou, Shenzhen, Mumbai, etc. Sin embargo, la urbanización de África permanece silenciosa. Ciudades como Cairo, Kinshasa, Lagos o Luanda están ya en plena transformación urbana. La urbanización China, por ejemplo, ha tenido un amplio eco derivado de su creciente poder económico, y ha sido bendecido con exposiciones universales y olimpiadas, al tiempo que se escondían sus miserias y restricciones a la libertad. África no tiene sus grandes desarrollos urbanos para la economía global y las revistas de diseño y arquitectura, ni los edificios milagro que tanto entretienen y ofrecen un sueño de modernidad a esta urbanización acelerada. El continente africano, en cambio, vive una urbanización silenciosa, a caballo de la miseria y a lomos de una debilitadísima capacidad institucional para hacer frente a las necesidades de la población.
- Más allá de los datos, un artículo de Neil Brenner y Christian Schmid, The ‘Urban Age’ in Question, ha puesto el acento en la parte más cualitativa del concepto de ciudad, poniendo en cuestión precisamente que la referencia cultural, metodológica y estadística la ciudad como base de espacial para comprender los cambios demográficos. De esta forma, la idea de ciudad esconde una diversidad de formas y escalas que hacen imposible de equiparar el hecho urbano en Manhattan, Shanghai o el Delta del Nilo. Lo relevante no es la condición urbana mayoritaria de la población mundial, sino el surgimiento de nuevas geografías que no encajan con los modelos de los que disponíamos hasta ahora para entender el crecimiento urbano en torno a la idea más clásica de ciudad.
- Así es como las estadísticas incluyen como población urbana los millones de personas que viven en slums y otras áreas degradadas del extrarradio de las ciudades, en nada comparables a la idea de ciudad que nos transmiten las imágenes de las grandes ciudades globales occidentales o los nuevos poderes urbanos asiáticos. De la misma forma, esas estadísticas contabilizan como urbanas las poblaciones que viven en las periferias de las ciudades más asentadas, en crecimientos de baja densidad (urban sprawl), un tipo de desarrollo urbano alejado de la idea de ciudad compacta, mista y polifuncional. Se trataría, en el mejor de los casos, de áreas urbanizadas pero no urbanas.
Se trata de unos apuntes ligeros para poder revisar críticamente una asunción quizá demasiado precipitada. Tal vez nuestro mundo no sea tan urbano y, si lo es, esa urbanización se asemeja mucho más a Kampala que a Las Vegas. Si realmente queremos entender el mundo actual como una era urbana, nuestra idea de ciudad ha de cambiar y los esfuerzos por repensar las ciudades del futuro tendrían que pensar mucho más en las nuevas realidades que escapan del discurso más establecido.
* Manu Fernández es investigador y consultor de políticas urbanas, durante su trayectoria profesional ha estado involucrado en proyectos relacionados con la sostenibilidad local y el análisis de las economías urbanas. Actualmente trabaja como profesional independiente desde su agencia Human Scale City en tres áreas: las estrategias de urbanismo adaptativo y de activación de espacios urbanos, la intersección entre lo digital y lo social en la vida urbana desde una perspectiva ciudadana y, por último, el impulso de proyectos de dinamización económica en las ciudades.
Autor del blog Ciudades a Escala Humana, actualmente está realizando su tesis doctoral "La narrativa de las smart cities: bases conceptuales y prácticas cotidianas en la sociedad conectada".
Licenciado en derecho económico, master en gestión medioambiental y diploma de estudios avanzados en economía internacional y desarrollo.
Twitter: @manufernandez
Linkedin: https://www.linkedin.com/pub/manu-fernandez/8/507/710
Blog: www.ciudadesaescalahumana.org
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