La guerra larvada de Afganistán
Ha desaparecido de la agenda desde que finalizaron formalmente las operaciones de combate, pero el conflicto continúa, y con bastante ferocidad
Las guerras se desvanecen de la conciencia conforme nuevos conflictos llaman la atención. La de Afganistán (…) ha desaparecido de la agenda desde que (...) finalizaron formalmente las operaciones de combate (...) pero la guerra continúa, y con bastante ferocidad. En la última semana, tres contratistas estadounidenses y un afgano han muerto en la base de la que parten ataques aéreos contra objetivos talibanes, mientras 16 personas morían (...) en un ataque suicida en el este del país y otras 10 en un control. (…) Se trata de una guerra larvada, injusta y cruel, en la que el combate abierto es más bien la excepción que la regla. (…) A diferencia del Estado Islámico (…) los talibanes no controlan una gran porción de territorio (...) pero tienen la capacidad de arruinar la posibilidad de llevar una vida normal allí donde dé muestras de haberse restablecido. Ello no les permitirá ganar la guerra, pero hará que Kabul la pierda si el Gobierno no logra verdaderos progresos en la construcción y renovación de infraestructuras, la reactivación de la economía, la lucha contra la corrupción y en ámbitos como educación, salud o policía. Exactamente lo que el presidente Ashraf Ghani prometió en la campaña electoral. (…) Nadie como él estaba mejor preparado para sacar a Afganistán del lodo de la guerra, la pobreza y el atraso.
Pero (…) a los tres meses siquiera ha sido capaz de formar gobierno. (…) La clave de este desastre es el concepto de gobierno como un sistema de prebendas que se reparten según el patrón de poder existente y en función de quien grita más fuerte o amenaza con mayor eficacia. (…)
Londres, 30 de enero.
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