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Coordinado por Lola Huete Machado

Efua Dorkenoo, pionera contra la mutilación genital

Ángeles Jurado

Egipto no cesa de ocupar titulares en los medios occidentales por decisiones judiciales controvertidas, como la exculpación de Hosni Mubarak y su familia de todo cargo o la condena a penas de cárcel de casi un centenar de adolescentes simpatizantes de los Hermanos Musulmanes. Entre tanta turbulencia en los tribunales, puede perderse otro fallo polémico que se hizo público este otoño: un juez acaba de liberar a un médico acusado de practicar la escisión a una niña, que murió de resultas de la operación. El juez también ha exculpado a su padre, responsable de haberla llevado a la clínica donde la mataron. La mutilación genital femenina (MGF) es una práctica ilegal en Egipto, pero -según investigaciones de Unicef- el 91 % de las mujeres egipcias casadas de entre 15 y 49 años han pasado por este trauma.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de 140 millones de mujeres que han sido mutiladas en 28 países de África y Asia (datos de 2012). Tanto en Egipto como en otros diecisiete países en los que se practica, la ablación está legalmente perseguida. Sin embargo, es una costumbre arraigada entre la población que no se liga específicamente a ninguna religión y que se considera casi un rito iniciático para la mujer. Controlar la líbido, purificar, convertir a quien la sufre en una mujer "completa" o aumentar su valor como esposa son algunas de las razones esgrimidas para llevarla a cabo.

El 95 % de las etíopes ha sufrido la MGF antes de cumplir los doce años, a pesar de que existe una ley que penaliza esta práctica. Sus vecinas, las somalíes, no tienen mejor suerte: Antonio Pampliega informaba recientmente de que, según un informe de Save the Children, el suyo es el país del mundo donde más se realiza este tipo de mutilaciones. África occidental no se queda atrás y las tasas de prevalencia de la escisión son muy elevadas en países como Sierra Leona, Gambia, Burkina Faso y Mauritania: 94%, 79%, 74% y 72%, respectivamente. No se trata solamente de violencia contra la mujer en contextos africanos. Cada vez se detectan más casos en Europa, donde se practica a escondidas o durante las vacaciones de las niñas en sus países de origen. Según la OMS, además del enorme trauma psicológico y de los problemas de salud que entraña, la MGF acarrea grandes pérdidas económicas y de vidas.

La causa anti-MGF perdió este año a un auténtico icono: la ghanesa Efua Dorkenoo (Cape Coast, 1949), considerada la madre del movimiento global contra esta práctica. Directora de Sensibilización del Programa contra la MGF en la oficina de Londres de Equality Now, comenzó a trabajar en la erradicación de esta práctica a principios de los ochenta. Su trabajo pionero puso a la MGF en las agendas de gobiernos y agencias internacionales como un asunto prioritario para la salud pública y los derechos humanos globales. Fundadora de la oenegé británica FORWARD (The Foundation for Women’s Health, Research and Development) en 1983, recibió en el año 2000 y junto con Gloria Steinem el premio internacional de derechos humanos de Igualdad Ya por su activismo en los derechos de la mujer. Publicó un libro en 1994 titulado Cutting the Rose: Female Genital Mutilation, The Practice and its Prevention, seleccionado como uno de los 100 mejores libros africanos del siglo XX. Efua Dorkenoo defendía que la verdadera razón de ser de la MGF es perpetuar el estatus de las sociedades patriarcales a través del control de la sexualidad de la mujer. Murió a causa de un cáncer, el pasado 18 de octubre, en Londres. Tenía 65 años y dejaba marido y dos hijos.

Efua Dorkenoo vivía en Londres desde los 19 años. Allí trabajó como enfermera en varios hospitales desde finales de los setenta y se tropezó con la realidad de la ablación entre las mujeres africanas que vivían en Inglaterra. A raíz de esta experiencia, comenzó a trabajar el tema con la oenegé Minority Rights Group. Su inquietud por la salud y los derechos de las mujeres le llevó a ampliar sus estudios en la London School of Hygiene and Tropical Medicine. También trabajó como investigadora en temas de salud en la City University, en Londres.

Jóvenes activistas y profesionales del continente africano, como la senegalesa Diakhoumba Gassama (Dakar, 1980), trabajaron y se formaron con ella y reconocen su influencia en el activismo internacional y en sus vidas. Diakhoumba Gassama es asesora legal internacional en derechos de las mujeres, igualdad de género y desarrollo y afirma: "Creo que la grandeza de Efua reside en el hecho de que jamás se consideró el motor de la campaña anti-MGF, sino uno de sus esforzados "soldados". Ella siempre felicitaba humildemente a quienes confrontan esta horrible práctica en el terreno. Su trabajo comenzó al ver los daños de la MGF en el hospital británico donde atendía a la población migrante y fue quien puso de relieve la importación de esta práctica a Occidente y la situación apremiante de las niñas y jóvenes de la diáspora. Creo que uno de sus grandes logros ha sido empoderar a las supervivientes y a las mujeres afectadas por esta práctica, de manera que se han convertido en sus mejores defensoras. Su muerte prematura no detendrá el crecimiento de su legado, ya que ella consideraba que la prioridad era el pasar de generación en generación una absoluta y total tolerancia cero frente a este crimen contra la Humanidad. En este momento de duelo, sólo puedo desear que su valor, su dedicación y su humildad serán contagiosas y que su sueño de un mundo libre de MGF se convierta en realidad pronto".

Tras treinta años en la brecha, el trabajo de Efua Dorkenoo no sólo cambió políticas en su país de adopción y en otros países. Poco antes de su muerte, se había materializado, gracias en gran medida a su trabajo, un movimiento africano y liderado por africanas contra la MGF: The Girl Generation.

Más información:

Efua Dorkenoo remembered: 'My mother, mentor and wisdom' (BBC)

Efua Dorkenoo OBE, the ‘incredible African female warrior’, has died (The Guardian)

Comentarios

Pienso que se necesitan muchos años de trabajo y de sensibilización para erradicar esta práctica en los africanos. Parece ser que la mutilación general femenina se considera en Africa como el hacerle los agujeros en las orejas a las niñas occidentales; cierto es que lo que se pretende es que la mujer pierda totalmente la líbido como algo que la perjudica en su relación posterior en el matrimonio, ya no tanto en la relación con el marido sino en la "posible" relación con otras personas con lo que la ablación asegura un comportamiento casto en la relación de pareja sin importar si es satisfactoria o no con ésta. Este supuesto pensamiento, si fuera cierto, es realmente difícial de cambiar, ya que es cultural, lo que obligaría y exigiría actuaciones de mentalización y educación de la población en general, además, de un contexto social más receptivo y crítico con este tipo de prácticas, asi como, más empático con la mujer que las sufre.
quería decir la mutilación genital femenina
Pienso que se necesitan muchos años de trabajo y de sensibilización para erradicar esta práctica en los africanos. Parece ser que la mutilación general femenina se considera en Africa como el hacerle los agujeros en las orejas a las niñas occidentales; cierto es que lo que se pretende es que la mujer pierda totalmente la líbido como algo que la perjudica en su relación posterior en el matrimonio, ya no tanto en la relación con el marido sino en la "posible" relación con otras personas con lo que la ablación asegura un comportamiento casto en la relación de pareja sin importar si es satisfactoria o no con ésta. Este supuesto pensamiento, si fuera cierto, es realmente difícial de cambiar, ya que es cultural, lo que obligaría y exigiría actuaciones de mentalización y educación de la población en general, además, de un contexto social más receptivo y crítico con este tipo de prácticas, asi como, más empático con la mujer que las sufre.
quería decir la mutilación genital femenina

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Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

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