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TORMENTAS PERFECTAS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El califato está de moda

El Estado Islámico de Irak ofrece a los fieles un territorio y un pueblo a su cargo

Lluís Bassets

Una de las grandes ventajas del Estado Islámico de Irak sobre Al Qaeda es que ofrece a los militantes de la locura asesina el espejismo de un bien muy cotizado en la tradición del islamismo político. Es el califato, que enlaza con el Islam más puro y medieval en su fase de expansión guerrera, y sugiere que los fieles contarán por fin con un territorio delimitado y unas ciudades y un pueblo, árabe naturalmente, a su cargo.

El terror es primordial para conseguirlo. Al enemigo exterior se le amedrenta rebanando cuellos de extranjeros y a los enemigos interiores con exterminaciones masivas de los creyentes de otras religiones, cristianos, yazidíes y también chiitas, y con la antiquísima técnica de no hacer nunca prisioneros ni dejar heridos: a los enemigos se les mata en calzoncillos y listos.

Ahí le ganan la mano a los seguidores de Bin Laden, auténticos socialdemócratas al lado de la salvaje autenticidad genocida de sus competidores. Los del califato iraquí matan mucho más, se esconden mucho menos, van más lejos todavía en el reclutamiento de carniceros inhumanos europeos y saben utilizar la tecnología con más pericia. Encima, para coronar la faena, alientan a sus partidarios con esa ilusión tan del día de que contarán al fin con un Estado propio, nada menos que un califato, como sucedió tras la muerte del Profeta.

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La OTAN debería hacer algo más que tomar nota

Ayman Al Zawahiri, el sucesor de Bin Laden, no ha tenido más remedio que mejorar su oferta. Como en los tiempos del izquierdismo, en que nadie quería tener a nadie a su izquierda, en los califatos del siglo XXI nadie quiere quedarse corto en la carrera del genocidio.

Por eso Al Qaeda se ha puesto también en la cosa de crear califatos allí donde alcancen sus bombas, fusiles y cuchillos. Una filial africana ya lo está creando en Nigeria, donde el estado norteño de Borno está a punto de caer en manos de Boko Haram. La casa madre, que ya lo tiene entre Pakistán y Afganistán, ha llamado a erigirlo en India, Myanmar y Bangladesh. El de Afganistán , a poco que sigan tan mal las cosas, será cosa hecha en cuanto se vayan del todo las tropas aliadas europeas y americanas. Y dentro de la fracción más radical y rebanadora de cuellos iraquí, donde el califato está ya instalado, hay marroquíes que llaman a reconquistar Al-Andalus, donde los Omeyas tuvieron uno hace algún tiempo: solo 11 siglos, pero importa poco a quien tiene buena memoria histórica.

Puede parecer una broma, pero no lo es. Lo prueban las superproducciones gore de su departamento de propaganda y rebanado de cuellos. Su mensaje es claro y fácil de decodificar: acabaremos con vosotros si antes vosotros no sois capaces de acabar con nosotros. La OTAN debería hacer algo más que tomar nota. Es el peligro más serio que pesa sobre Europa desde la época de la destrucción mutua asegurada.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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