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Nuevo capítulo en el culebrón de Morrisey

El cantante rompe con su discográfica tres semanas después de sacar su nuevo disco

Diego A. Manrique
El cantante Morrisey.
El cantante Morrisey.Cordon Press

¡Paren las máquinas! Morrissey acaba de romper con su disquera. ¿Qué, que no es una noticia sensacional? Rara vez los artistas sacan a la luz pública sus conflictos con la industria musical. Pero, amigo, Morrissey pertenece a una estirpe diferente: es un drama queen que considera que todo lo que le ocurre afecta profundamente a sus seguidores.

Y tal vez no esté equivocado: a Morrissey se le sigue con fervor, como si fuera el profeta de una nueva religión. Pero, por mucho amor que se le tenga, sus fans deberían estar habituados a sus espantadas, sus suspensiones, sus rupturas. El pasado septiembre, también anunció que suspendía la publicación de su Autobiography, pactada con la editorial Penguin. Se trataba de una táctica de negociación: el libro salió al mes siguiente, en la prestigiosa colección Penguin Classics.

 En realidad, la Autobiografía podría titularse Arreglo de cuentas. Entre las víctimas de su ira acumulada, destacan las compañías discográficas. El excantante de The Smiths apunta minuciosamente los puestos alcanzados en las listas británicas por sus abundantes lanzamientos, en un reproche explícito: siempre ha vendido menos de lo que se merecía, clara evidencia de la torpeza del negocio musical.

Sin embargo, lo ocurrido con su enésima discográfica, Harvest Records, ciertamente bate cualquier récord previo en cabreos. Su estreno en la compañía, su décimo álbum en solitario, World peace is none of your business, salió al mercado el 15 de julio. Las críticas fueron generalmente positivas pero algo chirriaba: los cuatro temas sucesivamente editados como singles, para animar las ventas, iban acompañados por videoclips donde Morrissey recitaba en vez de cantar. Lo que se llama spoken word está de moda pero, caramba, hasta el más lerdo entiende que no es la mejor manera de comercializar una canción, aunque allí aparezcan Pamela Anderson o la amiga Nancy Sinatra (con posterioridad, ha retirado esos clips).

En True To You, se queja de que “no ha recibido invitación de ninguna televisión -¡en todo el mundo!”

Se iba concretando una sospecha: Morrissey estaba saboteando su propio lanzamiento. Inconcebible en cualquiera otra estrella pero estamos hablando del mayor egocéntrico del pop. Típicamente, Morrissey se expresó por persona interpuesta: usó True To You, una página semioficial para fans, a la hora de anunciar que prefería los videos caseros hechos por admiradores; aparte, había roto las relaciones con Harvest.

Conviene saber que lo de salir con la etiqueta Harvest era puro capricho del cantante: se trata de un subsello fundado por EMI en 1969, para canalizar las grabaciones de Pink Floyd y otros grupos de rock progresivo, género por cierto nunca reivindicado por Morrissey. Aunque tenía sentido: mejor ser cabeza de ratón que cola de ratón. En la actualidad, Harvest carece de figuras de relieve; Morrissey esperaba ser tratado con los máximos honores promocionales. Harvest es ahora parte del principal conglomerado discográfico, Universal Music, con lo que el soporte logístico estaba garantizado.

Pero no. En True To You, se queja de que “no ha recibido invitación de ninguna televisión -¡en todo el mundo!- para discutir World peace is none of your business o incluso para cantar canciones del disco”. Cuesta creer que realmente se ofreciera al ritual televisivo: en cualquier país musicalmente culto, hay programas dispuestos a hacer un hueco para Morrissey. Aparte de un cantante carismático, estamos ante un maestro de la frase mortal, del insulto certero, de la ocurrencia ingeniosa.

De hecho, Morrissey mezcla sus conflictos profesionales con sus causas favoritas: la antipatía por los consumidores de carne (responsables del cambio climático, en su ilustrada opinión), el odio a la familia real británica, la decepción ante las Naciones Unidas “por no encarcelar a Tony Blair y George W. Bush por crímenes de guerra en Irak”. Hasta entra en las aguas pantanosas de las paranoias conspirativas al sugerir que el derribo del Vuelo 17 de Malaysian Airlines es una repetición de la tragedia del Pam Am 103.

Morrissey mezcla sus conflictos profesionales con sus causas favoritas

Su indignación podría resultar medianamente convincente si en el siguiente párrafo no volviera a su obsesión favorita: que las listas de ventas británicas están manipuladas, que “el número uno se compra”. Aquí duele. Para su consternación, su World peace is none of your business solo alcanzó allí el número 2. Un pecado mortal: aunque Harvest aseguraba que todavía tenía pactado otro segundo disco con Morrissey, su oficina respondía a Billboard, la revista de la industria, que no les ligaba ningún contrato y que ya estaba buscando una nueva compañía.

¿Qué le pasa a Morrissey? Paul Heaton, un compañero de la canción, perteneciente a la misma generación, fundador de The Housemartins y The Beautiful South, escuchaba el nuevo disco y sacudía la cabeza: encerrado en su torre de marfil, Morrissey solo habla de si mismo, aunque aparente criticar las corridas de toros o la situación mundial. Lo único que le salvaría, añade, es una ración de disciplina: que “se volviera a instaurar el Servicio Militar”. Que no se rasguen las vestiduras Mozz o sus fans: se trata de humor inglés.

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