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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Grecia, de nuevo

La economía financiera y la real circulan por carriles distintos y con destinos diferentes

Joaquín Estefanía

Después de unos años siempre a punto de la suspensión desordenada de pagos y de su salida de la zona euro, Grecia volvió la semana pasada a los mercados con una emisión de bonos a cinco años, con un tipo de interés en el entorno del 5%. Hay al menos otros dos datos positivos: un superávit presupuestario primario en 2013 (exceptuando el pago de intereses de la deuda) y las subidas de la Bolsa de valores.

El primer país europeo necesitado de rescate (en dos tandas hasta ahora, por valor de 240.000 millones de euros) es otro ejemplo más de los distintos carriles por los que circulan la economía financiera y la economía real. Mientras la primera atestigua los hechos anteriores, la economía real sigue suministrándose de tasas de paro superiores a la cuarta parte de la población activa, de la caída de un 25% del PIB desde que se inició la crisis y del hecho de que, como media, una familia griega ha visto perder en este periodo un 40% de su renta disponible. Un ajuste brutal, casi desconocido en cualquier otro momento de la historia contemporánea. Todo ello da idea de que si desigual e injusto ha sido el desarrollo de la Gran Recesión y su gestión, la salida de la misma puede agudizar, aún más, esas tendencias.

Si desigual e injusto ha sido el desarrollo de la Gran Recesión y su gestión, la salida de la misma puede agudizar, aún más, esas tendencias

Ahora, dicen, el principal riesgo de Grecia es político: la posibilidad de que en las elecciones europeas del 25 de mayo gane la formación de izquierdas Syriza —cuyo líder, Alexis Tsipras, es el candidato de la izquierda unitaria europea a la presidencia de la Comisión Europea— y supere a los dos partidos del centro del sistema, la conservadora Nueva Democracia y el socialista Pasok (que gobiernan en coalición), provocando una crisis inoportuna con una coyuntura en la que están encima de la mesa las negociaciones con la troika para recibir más ayudas, cambiar las condiciones de la deuda o paliar los efectos de la austeridad extrema con parte de ese superávit primario.

Para evitarlo, se necesita presentar a Grecia como una historia de éxito de las políticas de ajustes (sacrificios de hoy para el bienestar de mañana, quede quien quede por el camino), máxime cuando esas elecciones europeas van a tener lugar cuando el país heleno es el presidente de turno de la UE. Eso es lo que significan las palabras del representante del Gobierno de Atenas cuando dice: “Estamos en un momento crucial, en el que necesitamos que nuestros socios europeos nos ayuden a demostrar a la opinión pública que los esfuerzos han merecido la pena”. Merkel tenía previsto pasar estos días por Atenas.

El economista Yanis Varoufakis, al que llamaron “doctor Apocalipsis” por avisar de lo que iba a pasar con las condiciones puestas a los dos rescates, dice que no solo el país ha pasado por una depresión, sino los propios ciudadanos: “Un día, las gentes están catatónicas y al día siguiente parecen atacadas por un optimismo extravagante que les hace experimentar el sentimiento absolutamente irrealista de que todo es posible. Luego vuelve la depresión”.

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