Pesca en aguas profundas: cuando la ciencia tiene cosas que decir
Las especies de profundidad responden a características biológicas que les confieren una gran fragilidad a la presión pesquera La base de una gestión eficiente de los recursos es la información científica existente
Muchas son las declaraciones que desde un lado u otro hemos oído respecto de cómo gestionar y proteger las especies y ecosistemas de aguas profundas. La base de una gestión eficiente de los recursos se encuentra en una gestión basada en la información científica existente.
Aunque reiteradamente, desde las posiciones de la industria y eurodiputados afines, se nos dice que los stocks de especies de aguas profundas están en buen estado, el Consejo Internacional de Exploración del Mar (CIEM o ICES, por sus siglas en inglés, es el organismo científico independiente encargado de evaluar los stocks de peces para la Unión Europea) no opina lo mismo. Así, de las cincuenta y cuatro especies de profundidad incluidas en la propuesta de la Comisión Europea, sólo 26 presentan límites de captura y, de estas, dieciocho están consideradas como agotadas o en alto riesgo de agotamiento, cinco especies tienen uno o más stocks en situación estable o en condición ligeramente negativa, y sólo tres especies tienen una o más de sus poblaciones en una situación estable, aunque por debajo del rendimiento máximo sostenible. Estas son el granadero de roca (estable sólo en las Subáreas ICES VI, VII, Divisiones Vb y XIIb), el brosmio (en Divisiones ICES IIIa, Vb, VIa, XIIb, Subáreas IV, VII, VIII, IX) y el sable negro (Subáreas VI, VII y divisiones Vb, XIIb y Subáreas VIII, IX).
A diferencia de la mayoría de especies de peces más comerciales, las especies de profundidad, en general, responden a una serie de características biológicas que les confieren una gran fragilidad a la presión pesquera. Así, el ICES en 2012, concluyó que la mayoría de estas especies tienen una vida larga (un promedio de unos 36 años), crecen lentamente, alcanzan la madurez sexual a una edad más tardía (un promedio de unos 12 años para alcanzar la madurez), y tienen un bajo potencial reproductivo, lo que impide su correcta recuperación cuando la presión pesquera es excesiva. La situación es aún más grave si nos centramos en especies de tiburones de profundidad, aún más sensibles, llegando incluso a encontrarse individuos de hasta 70 años de edad que maduran sexualmente entre los 27-40 años, como es el caso del quelvacho negro (Centrophorus squamosus). Tres de las especies más comerciales de tiburones de profundidad están catalogadas por la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) como “En Peligro” o “En peligro crítico”, el resto de especies no se pudieron evaluar por falta de datos y aunque su captura está prohibida por la UE (TAC 0), se siguen capturando de forma accidental por la flota europea. Con estos datos en la mano, difícilmente se puede considerar a la pesca de profundidad como una pesca sostenible y/o bien regulada. Así, el establecimiento de límites de captura basados en criterios científicos y teniendo en cuenta el principio de precaución y una protección seria de las especies más amenazadas y los ecosistemas marinos vulnerables, siguen estando pendientes en la normativa vigente.
Otro dato muy importante a tener en cuenta es el impacto que las artes más utilizadas en la pesca de aguas profundas, especialmente el arrastre de profundidad, son altamente dañinas para los fondos marinos. Aunque también, desde la industria, se nos dice que la mayoría de los fondos donde arrastran son de arena y barro y no hay vida en ellos, la realidad es que muchas especies que forman hábitats esenciales vulnerables se desarrollan en estos fondos. Éstas son especies como las esponjas de aguas profundas, corales blandos, corales pétreos formadores de estructuras complejas y Xenophyophorea (grandes organismos unicelulares que proporcionan hábitat para pequeños crustáceos y otras especies), siendo todas vulnerables al impacto de la pesca de arrastre de fondo. Además, es bien conocido que los fondos blandos profundos son áreas de alimentación y de cría de juveniles de muchas especies que de adultos viven en áreas próximas de mayor complejidad estructural, ya que en ellos se desarrolla una importante comunidad que vive sobre y dentro del sustrato (poliquetos, moluscos, crustáceos, equinodermos, etc.).
También el CIEM (2005) ha expresado su preocupación por la pesca de arrastre de profundidad en fondos fangosos porque genera plumas de sedimentos en suspensión que pueden colmar corales, esponjas y otros organismos que forman hábitats bentónicos y que se alimentan por filtración, así como destruir hábitats complejos (arrecifes de coral, refugios o madrigueras) y perturbar la estructura de los sedimentos, cambios en la topografía, aumento de la turbidez y reflujo de productos químicos (contaminantes y nutrientes).
Es por ello imprescindible que la nueva normativa establezca la obligatoriedad de estudios de impacto ambiental y mapeo para estas pesquerías y asegure que se protegen y se prohíbe la pesca en aquellas áreas donde se localicen ecosistemas marinos vulnerables, ya que, en la actualidad, el conocimiento y la localización de estas áreas es muy escaso.
Además, este tipo de artes nada selectivas presentan una tasa de captura accidental y descarte de peces absolutamente desmesurada como lo demuestran diversos estudios científicos que sitúan el promedio de la tasa de descarte entre un 20-50%, pudiendo llegar hasta el 80% en algunas áreas (Allain et al. 2003; Clarke et al, 1999; Guérineau et al, 2010). Por todos estos argumentos, unido a la poca rentabilidad económica de estas pesquerías, necesitadas de subvenciones públicas para poder subsistir, no sería descabellado el planteamiento de la eliminación progresiva de estas artes de pesca de aguas profundas.
La situación es distinta en el caso de las pesquerías artesanales llevadas a cabo con aparejos de bajo nivel de esfuerzo (por ejemplo, con línea de mano o palangres verticales de pocos anzuelos) en zonas con fondos profundos cercanos a la costa. El impacto de esta actividad suele ser muy limitado y dicha pesquería de recursos profundos puede tener una notable importancia como medida de distribución del esfuerzo pesquero en determinadas localidades donde el resto de recursos litorales están muy sobre-explotados, y en épocas donde otros recursos rentables, como los túnidos, no están disponibles.
Alberto Brito Hernández es Catedrático especialista en Biología Marina. Universidad de La Laguna
Notas bibliográficas del autor
- Dictamen CIEM 2005 , Volumen 10 . Página 27
- Allain, V., Biseau, A. & Kergoat, B. Preliminary estimates of French deepwater fishery discards in the Northeast Atlantic Ocean. 2003. Fisheries Research. 60(1):185-192
- Clarke, M.W, Connolly, P.L. & Kelly, C.J. 1999. Preliminary catch, discards and selectivity results of trawl survey on deepwater slopes of the Rockall Trough. Fishery leaflet 178 of Marine Institute of Dublin
- Guérineau, L., Rochet, M. & Peronnet, I. 2010. Panorama des rejets dans les pêcheries francaises. IFREMER Doc Tech
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