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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hacia el deshielo

La UE busca desbloquear el diálogo con Cuba ante la inanidad de la Política Común

La Unión Europea quiere dar un vuelco a sus relaciones con Cuba que permita superar la Política Común, adoptada a propuesta de José María Aznar en 1996, cuando la UE contaba con 15 miembros y España todavía orientaba sus relaciones con la isla. El guiño de Bruselas, una significativa señal que espera el visto bueno de los ministros de Exteriores para formalizarse, pretende alumbrar un nuevo marco que supere el bloqueo institucional actual, que condiciona el diálogo a los avances democráticos en la isla.

La Posición Común es un instrumento bien intencionado y fallido. Aparte de su excepcionalidad, ha sido incapaz durante 17 años de influir de manera sustancial en aquello que pretendía, el respeto de los derechos humanos y las libertades por el régimen comunista. Fidel Castro lo consideró una prolongación de la política de Washington. Cuando en 2003, en su mayor choque frontal, la UE impuso sanciones a La Habana por el encarcelamiento de 75 disidentes y el fusilamiento de tres secuestradores de una lancha de pasajeros, el dictador respondió reduciendo a la condición de parias diplomáticos a los representantes de cualquier Gobierno europeo que mantuviese contactos con la oposición.

El giro en ciernes está favorecido por una actitud menos inflexible hacia La Habana de países como Polonia, Holanda o la República Checa. La UE de 28 miembros, primer inversor en Cuba y segundo socio comercial, se muestra alentada por el tímido aperturismo de Raúl Castro. Mientras algunas de las medidas adoptadas por el presidente cubano para combatir la penuria y reducir el papel del Estado en la economía parecen razonables —permitir la compra de viviendas o el autoempleo en pequeña escala o una mayor autonomía a los agricultores—, otras resultan tan folclóricas como la reciente liberalización de la importación de automóviles, a precios equivalentes a lo que un cubano podría ganar en varias vidas.

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Un acercamiento entre la UE y Cuba beneficiaría a ambas partes, pero el historial castrista justifica cualquier cautela. El más reciente pronunciamiento de Raúl Castro, que mantiene el discurso y los rituales del catecismo marxista, no da demasiadas alas a las ilusiones. Con ocasión del 55º aniversario de la revolución, el 1º de enero, el presidente no habló de nuevas reformas, pero sí acusó a grupos extranjeros de pretender imponer en la isla el pensamiento “neoliberal” y “neocolonial”.

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