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Una feminista, al lado de Clegg

La vallisoletana Miriam González Durántez, casada con el vicepresidente británico, alza la voz para criticar las etiquetas absurdas que encasillan a las mujeres

Nick Clegg y su esposa Miriam González Durántez, en la visita a una escuela.
Nick Clegg y su esposa Miriam González Durántez, en la visita a una escuela.RUSSELL CHEYNE (REUTERS)

Miriam González Durántez no cumple con el prototipo de esposa de político anglosajón. La mujer del líder del vicepresidente británico y líder partido liberal demócrata Nick Clegg se mantiene en un discreto segundo plano. No asiste a compromisos más que lo estrictamente necesario y prefiere centrarse en sus tres hijos y en sus responsabilidades de su alto cargo como abogada. Pero si se trata de temas relacionados con el rol femenino en la sociedad, la vallisoletana hace una excepción y alza la voz. González ha concedido una entrevista a The Telegraph en la que se ha lamentado de las etiquetas “absurdas y exigentes” con las que se encasilla a las mujeres: “Si no tenemos hijos, se asume que estamos frustradas. Si cuidamos de nuestros niños en casa dicen que no trabajamos. Si tenemos un empleo se nos retrata como madres a tiempo parcial e incluso como malas madres” ha opinado. “Si logramos el éxito profesional, intimidamos; si seguimos la moda somos superficiales; si nos interesa la ciencia somos empollonas, si leemos revistas femeninas somos frívolas y si defendemos nuestros derechos, inflexibles”. Las declaraciones preceden a una campaña en el Reino Unido en el que varias mujeres de diferentes campos profesionales visitarán escuelas para animar a las jóvenes a labrarse un futuro laboral.

La vallisoletana echa en falta más referentes para las chicas: “No me extraña que con tantas etiquetas, las mujeres rehúsen comprometerse”, ha declarado. No es su caso. Anteriormente Miriam ya había roto su mutismo para salir en defensa de una mujer y compatriota. Durante el pasado Mundial de fútbol escribió una carta a The Times instando al periódico a excusarse con Sara Carbonero. El diario había acusado a la presentadora de distraer a su novio Iker Casillas durante los partidos.

El encasillamiento de las mujeres es un tema que a González le toca de cerca. Desde que su marido, entró en 2010 a formar parte del gobierno británico de coalición ha visto como se cuestionan sus decisiones personales. En cierto sector de la prensa británica elogian su elegancia pero en cambio fruncen el ceño frente a su independencia. No ha seguido la tradición de adoptar el apellido de su marido y desde el principio ha dejado claro que no restaría dedicación a sus hijos y su trabajo para volcarse en la carrera política de su marido. Al contrario que Samantha Cameron, que en el momento en el que su marido se convirtió en Primer Ministro dejó su puesto de directora creativa de la firma de marroquinería Smythson para ser consultora a tiempo parcial, ella mantiene su cargo de socia en el bufete de abogados europeo Dechert LLP. “A ambos nos gustan nuestros trabajos”, dijo Clegg durante la campaña electoral.

Miriam conoce la política desde cerca y desde que era niña. Su padre José Antonio González Caviedes fue senador del partido popular y alcalde de Olmedo, localidad donde sigue veraneando el matrimonio con sus tres hijos Antonio, Alberto y Miguel. Clegg profesa admiración a su ya fallecido su suegro y durante la reciente conferencia de su partido elogió su labor como el primer alcalde de Olmedo de la democracia.

La pareja se conoció estudiando en Brujas y residió durante años en Bruselas. El amor surgió cuando Clegg pidió a su ahora mujer que le enseñara a bailar flamenco. Aquellos que han tenido la oportunidad de conocerla definen a Miriam como una superwoman que consigue la excelencia en todo lo que se propone: el trabajo, los resultados académicos, la cocina o tocando el piano. Y también señalan que no se sorprenderían lo más mínimo si Miriam terminara dedicándose activamente a la política.

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