Mal empezamos
Ningún responsable de Renfe, Adif o Fomento ha comparecido todavía para dar explicaciones
Las concentraciones de políticos en Santiago de Compostela y la conferencia de prensa celebrada ayer tras el Consejo de Ministros no arrojaron luz alguna sobre las causas de la peor tragedia ferroviaria ocurrida en España desde hace 40 años. Las condolencias, felicitaciones a las fuerzas de seguridad, satisfacciones por la coordinación entre Administraciones y demás son interesantes para resaltar la diferencia con la gestión de otras catástrofes, como el hundimiento del Prestige. Pero a la ciudadanía todo eso le interesa lo justo, porque lo esencial es recibir garantías sobre el funcionamiento de una red ferroviaria que creía modélica y que de repente muestra un inquietante agujero de seguridad. Han pasado casi tres días y ni los presidentes de Renfe y Adif, ni la ministra de Fomento han comparecido en una conferencia de prensa para ofrecer explicaciones.
Parece que el Ejecutivo no calibra la urgencia de responder sobre el grado de certeza que puede esperarse de la seguridad en los ferrocarriles, que depende de entidades públicas bajo su responsabilidad, Renfe y Adif, un tema de suficiente complejidad como para tratarlo seriamente. El presidente de esta última dice (en una entrevista a la agencia oficial Efe) que el maquinista tenía que haber empezado a frenar cuatro kilómetros antes del punto donde se produjo el accidente: sería importante saber si esto es una decisión solo del conductor y si el sistema de seguridad electrónica de la zona basta para señalar a tiempo cualquier posible fallo humano o corregir por sí mismo el que haya podido producirse. Se plantea aquí el problema de trenes de velocidad alta que circulan, al parecer, sin el sistema de seguridad electrónica más avanzado que controla los AVE. ¿Es que la seguridad de los viajeros de aquel tren y de otros muchos en convoyes de velocidad alta puede llegar a depender solo del factor humano? La confusión sobre lo que está instalado y lo que se encuentra operativo es considerable, gracias a la imprecisión de los comentarios informales procedentes de las compañías. El maquinista había pasado 60 veces por el punto donde se produjo el accidente sin incidencias previas, luego algo inesperado ocurrió el 24 de julio.
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La vicepresidenta del Gobierno se limitó ayer a dar largas: el Comité de Investigación de Accidentes “tomará todo el tiempo que necesite”. Se comprende la prudencia sobre las circunstancias concretas del accidente, pero no la falta de explicaciones a los ciudadanos sobre el estado de seguridad del tramo afectado y del funcionamiento de estos trenes. También es verdad que hay limitaciones a la investigación, como consecuencia de que el juez aún no ha decidido la apertura de las cajas negras del tren siniestrado, de momento confiadas a la custodia policial. Pero no necesitamos a todo un Gobierno para contar obviedades. Necesitamos que comparezcan los responsables, ofrezcan explicaciones y respondan a las preguntas.
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