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“La historia de Bettencourt es la de una familia a la que han tratado de destruir”

El exmayordomo de la heredera de L'Oréal cuenta por qué escondió una grabadora y destapó uno de los mayores escándalos político-financieros de la V República francesa

El exmayordomo de Liliane Bettencourt, Pascal Bonnefoy.
El exmayordomo de Liliane Bettencourt, Pascal Bonnefoy.JEAN-PIERRE MULLER (AFP)

Hace tres años, unas grabaciones filtradas a la prensa convertían la disputa familiar en torno a la segunda fortuna de Francia, la de la heredera de L’Oréal Liliane Bettencourt, en uno de los mayores escándalos político-financieros de la V República francesa. Ahora, la multimillonaria de 90 años se encuentra bajo la tutela de su familia y siete personas han sido imputadas en las diferentes investigaciones abiertas. Entre ellas se encuentra el expresidente Nicolas Sarkozy, por abusar presuntamente de la debilidad de la anciana aquejada de Alzheimer. El viernes, la fiscalía pidió retirar la imputación del político y de otros dos encausados, aunque los jueces pueden hacer caso omiso. Mientras, en medio de todo el enredo, el gran protagonista en la sombra del culebrón se ha decidido a hablar: Pascal Bonnefoy, el mayordomo que escondió una grabadora en el palacete de la millonaria, ha concedido una entrevista a Vanity Fair.

“Es la historia de una familia a la que se ha tratado de destruir, por maldad o por interés”, relata Bonnefoy a la versión francesa de la cabecera de moda, que se publicaba esta semana en el país vecino. “Hice lo que estuvo a mi alcance para impedirlo. Después de todo lo que ellos hicieron por mí, era lo menos que podía dar a cambio. Ni un segundo me arrepentí”, añade el exempleado, quien trabajó en el palacete de los Bettencourt, en las afueras de París, en la periferia rica de Neuilly, de 1990 a 2010, con una pausa en medio de seis años. Ahora dirige su propio hotel en el norte de Francia.

La hazaña de Bonnefoy consistió en esconder una grabadora entre mayo de 2009 y abril de 2010 en el antiguo despacho de André Bettencourt, el difunto marido de Liliane, donde la viuda recibía en los últimos años a sus visitas. Su objetivo era confirmar sus sospechas de que el entorno de su jefa trataba de aprovecharse de su precaria salud mental para sonsacarle dinero y bienes. El que más dudas le generaba era en particular el fotógrafo con fama de dandi François-Marie Banier, uno de los hoy imputados. En las cintas, la mujer aparece efectivamente ausente por momentos y con olvidos importantes. Pero sobre todo se desprenden otros presuntos delitos, como el de evasión fiscal y el de conflicto de interés. Bonnefoy entregó las cintas a la hija de Bettencourt, Françoise Bettencourt-Meyers, quien a su vez las entregó a la Justicia.

En la entrevista, el exmayordomo fiel recuerda los momentos felices de la dinastía, cuando el señor y la señora Bettencourt contaban con buena salud. Veraneaban en su mansión de L’Arcouest, en Bretaña, donde se bañaban desnudos y a la hora de la siesta los empleados podían disfrutar de la piscina y de las pistas de tenis. Bonnefoy describe imágenes idílicas de una familia adinerada, unida y feliz. Los domingos, en la mansión de Neuilly, llegaban la hija de la pareja, Françoise, con su marido Jean-Pierre Meyers. Los nietos, Jean-Victor y Nicolas, jugueteaban entre risas mientras que la familia degustaba en la mesa un pollo al horno con gratin dauphinois y un helado de postre.

Pero las cosas cambiaron con la entrada al círculo íntimo de la señora Bettencourt del fotógrafo Banier, al que Bonnefoy describe de forma poco halagadora: una suerte de cotilla con mala baba y malos modales, quien llegaba sin previo aviso a la mansión y se autoinvitaba a cenar. André Bettencourt, todavía vivo, veía con malos ojos las visitas del artista, pero nunca llegó a vetarlo. “Si hubiese sabido lo que se estaba tramando, no lo hubiese tolerado. Cuando se dio cuenta, era demasiado tarde, ya no tenía fuerza para oponerse…”, cuenta el antiguo empleado.

En cuanto a la hija de la pareja, Françoise Meyers-Bettencourt habría dejado de dirigirle la palabra a Banier desde una comida en 1993 en la que el fotógrafo sacó a relucir el tema de unos artículos escritos por André Bettencourt durante la guerra en un diario colaboracionista. El señor Bettencourt falleció en noviembre de 2007 y fue entonces que su hija acudió a los tribunales. Obtuvo la puesta bajo tutela de su madre a finales de 2011. Mientras, se han abierto varias investigaciones en paralelo.

Una vez más, el caso ahora amenaza con dar un nuevo giro. Los abogados de los siete imputados tratan de obtener la revocación de uno de los jueces encargados del caso por su cercanía con una de las doctoras que escribió el informe médico judicial que concluye que Bettencourt sufre de un inicio de Alzheimer y que motivó su puesta bajo tutela. Además, el viernes la fiscalía pidió el sobreseimiento del caso para Sarkozy, para el exministro de Trabajo, Eric Woerth, y del abogado Pascal Wilhelm.

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