Multar a los padres, ¡qué desatino!
¿De verdad hay alguien que crea que los padres pueden evitar que sus hijos menores de edad se emborrachen en una discoteca, en una fiesta, en casa de un amigo o incluso en su propia casa? Quien mantenga tal afirmación o es un ingenuo o no ha tratado con un adolescente en toda su vida.
Desgraciadamente —y también afortunadamente, a veces— el control que los padres podemos ejercer sobre nuestros hijos adolescentes es bastante limitado, no podemos encerrarlos en una habitación ni acompañarles cual carabina cuando salen con sus amigos; no podemos asistir a sus fiestas ni evitar que vayan a casa de un amigo y se beban el whisky de sus padres, ni que tengan un amigo algo mayor que se encargue de comprarles el alcohol. Ni tan siquiera es suficiente que les expliquemos los peligros del alcohol o los del tabaco, o los de no aplicarse suficientemente en el estudio porque ellos, nuestros queridos adolescentes, al igual que lo hicimos un día sus padres, suelen oír a sus progenitores como quien oye llover, a lo que unen su natural tendencia a llevarles la contraria.
No creo que haya ninguna madre o padre en su sano juicio al que no le importe y preocupe el hecho de que su hijo menor de edad se emborrache y que no haga todo lo que esté en su mano para evitarlo, pero si eso ocurre ¿se le va a multar encima por ello?
¡Qué desatino!— Paloma Nicolás Muñiz.