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Discreción y silencio en casa de los Zorreguieta

Los padres de Máxima, futura reina de Holanda, mantienen un perfil bajo La vida de su hija ha estado marcada por el pasado político de su progenitor

Francisco Peregil
Jorge Zorriegueta, padre de Máxima de Holanda, viaja en autobús por las calles de Buenos Aires.
Jorge Zorriegueta, padre de Máxima de Holanda, viaja en autobús por las calles de Buenos Aires.TWITTER

Discreción absoluta. Los padres de la argentina Máxima Zorreguieta, futura reina de Holanda, se esfuerzan estos días en extremar el sigilo del que han hecho gala desde que su hija se comprometió en marzo de 1999 con el príncipe Guillermo de Holanda. Tras anunciarse la semana pasada que la reina Beatriz cederá la corona a su hijo el 30 de abril y Máxima se convertirá en la reina consorte, algunos periodistas acudieron a la calle del barrio porteño de Recoleta para entrevistar a los padres. “Estamos muy orgullosos de nuestra hija”, fueron las únicas palabras que la madre, María del Carmen Cerruti, confió a un reportero del bisemanario Perfil. El periodista contó que a ella se la ve más por el barrio que al padre. “Se levanta muy temprano, hace algunas compras en un supermercado vecino a su casa. Otras veces, también por la mañana, va a Pilates. De vez en cuando, lleva ropa a la tintorería: ella misma deja las corbatas y trajes de su marido. Los fines de semana, va a visitar a su otra hija, Inés, quien en el último tiempo estuvo sufriendo algunos problemas de salud”.

En cuanto al padre, Jorge Zorreguieta, aún habla menos. Una revista argentina acaba de publicar una foto suya desplazándose por Buenos Aires en autobús. Aparece con chaqueta, corbata y el periódico en la mano, como uno de tantos señores de 85 años del distinguido barrio de Recoleta. Quedan ya muy lejos los tiempos en que ejerció de tecnócrata durante la dictadura del general Jorge Rafael Videla. Fue precisamente su desempeño en aquel Gobierno, primero como subsecretario y después como secretario de Agricultura entre 1976 y 1981, lo que impidió su asistencia a la boda en febrero de 2002.

Previamente, el ministerio de Asuntos Generales, dependiente del Primer Ministro, había encargado un informe al especialista holandés en temas latinoamericanos Michiel Baud. El especialista puso como condición que al concluir su investigación tendría que hacérsela llegar al padre de la futura princesa y conocer su opinión de forma directa.

Después de varios meses consultando a diversas fuentes, Baud indicó que era “casi seguro” que los funcionarios como Zorreguieta “no estuvieron involucrados personalmente en la represión”. Pero señaló como probable el hecho de que el padre de Máxima estuviera informado “de las violaciones de los derechos humanos, de las desapariciones y de las torturas atroces que se practicaron durante el régimen militar”. “Es inconcebible que una persona con ese cargo no supiera lo que ocurría en la sociedad argentina”, explica Baud en conversación telefónica desde su despacho en la Universidad de Amsterdam.

“Era un secretario de Estado importante cuando la comisión de derechos humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA) visitó Argentina en septiembre de 1979. (…) Pero por si fuera poco, al igual que todos los altos funcionarios, debió recibir cartas de familiares desesperados, llamándole la atención de que algo sospechoso estaba ocurriendo en materia de derechos humanos. Sin embargo, al igual que tantos argentinos, debió pensar que las cosas no estaban tan mal. O que era necesario un poco de represión para solucionar el problema del caos y del orden. O quizás estaba de acuerdo con los militares en que se trataba de una guerra, una guerra que conllevaba excesos inevitables”, relata el informe.

Michiel Baud finalmente se encontró con Jorge Zorreguieta en Nueva York. El informe tenía unos 250 folios. Baud no sabe si el antiguo ministro de Videla tuvo tiempo de leer todo, pero al menos se leyó la parte que le concernía. “Aceptó el informe como un relato concreto y verídico. Pero no estaba de acuerdo con la conclusión. Me dijo que él no sabía nada de la represión, que solo trabajaba en el ministerio de Agricultura”.

La investigación concluyó en enero de 2001 y la boda se celebró en febrero de 2002. Máxima Zorreguieta pidió que sonara Adiós Nonino, el tango que el compositor Astor Piazzolla compuso nada más enterarse de la muerte de su padre, apodado Nonino. Y la princesa, como todo el mundo sabe, lloró. La semana pasada, tras anunciarse la abdicación de la reina Beatriz, en un tono más sereno y profesional, Máxima Zorreguieta informó de que sus padres no asistirían a la coronación.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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