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Pablo Alborán: “Ser el yerno de España nunca me ha gustado”

Una charla con el cantante sobre las madres como musas, llegarle a la suela del zapato a Alejandro Sanz y encontrarle poesía hasta a una farola

Ilustración del cantante Pablo Alborán.
Ilustración del cantante Pablo Alborán.TOMÁS ONDARRA

Pregunta. Sacó un primer disco y resultó el más vendido de España; con el segundo se convirtió ya en fenómeno musical. ¿Cuál es el truco?

Respuesta. Yo creo que no lo tiene. Ha sido una mezcla de mucho trabajo, mucho esfuerzo, buena suerte, mucho apoyo. La música es mi necesidad y mi pasión. Lo he visto en casa: mi padre es arquitecto y melómano, mi madre, una esteta...

P. Siendo arquitecto, ¿es quien le ha diseñado los pelos que lleva?

R. No [ríe]. El peinado no sé ni lo que llevo, porque no me ha dado tiempo ni a peinarme. Está hecho al tuntún.

P. ¿Tiene algo de genio, de iluminado o de don del Espíritu Santo?

R. Ja, ja, ja. Yo creo que ninguna de las tres cosas. Me considero un chaval muy normal, de 23 años, y no creo que haya Espíritu Santo de por medio. Puede haber quizá alguna que otra musa. Muchas veces compongo en una especie de trance.

P. ¿A qué musa podríamos atribuirle lo suyo?

R. Mi madre es una gran musa. Yo estoy un poco loco, y todo me inspira: un libro, una película, un viaje. Pero mi madre me ha cuidado mucho para que no se me vaya la pinza.

P. “El cabroncete lleva ochenta canciones, letra y música”. ¿Su padre es cariñoso y usted, prolífico?

R. Ja, ja, ja. Hay unas cuantas, sí. De hecho, ahora saco disco y ya tengo selección para el que venga.

A corta distancia

Llega a la sala de hotel habilitada para que los periodistas vayamos desfilando con cara de prisa y pidiendo perdones por su retraso. Me pone un corte de su nuevo trabajo porque, para evitar filtraciones, nadie dejaba ni tararearlo antes de su salida. Este chico, dueño de siete discos de platino, nació en Internet, porque las discográficas no le hacían caso, y más de uno en EMI cruza los dedos por haberle pillado a tiempo. Lo que oigo por los cascos habla de amor y de cortejo. A Perales le gustaría. Tiene una voz estupenda y un encanto aún no contaminado por el sector. Que le dure.

P. ¿Está seguro de que nadie de la Santísima Trinidad le inocula tal fertilidad compositora?

R. Es que estoy un poco enfermo. Soy muy sensible, y hay muchas cosas que me inspiran.

P. Es capaz de hacer una oda a la farola de la esquina.

R. Una farola en plena noche tiene mucha poesía.

P. ¿Alejandro Sanz le ha perdonado por hacer el disco más vendido de España?

R. Cada uno tiene su sitio. Yo nunca le llegaré a la suela a Alejandro. Y no vivo la música como una competición.

P. Más de 900.000 seguidores en Twitter. ¿Qué les da?

R. No lo sé. Espero que vean que realmente soy muy normal, y que este es un trabajo más.

P. Uno más, pero rompiendo los techos de venta, los platinos y demás.

R. Supongo que también es una cuestión de familia y de valores. Y yo lo que quiero es irme a plantar tomates al campo en cuanto todo empiece a cobrar una dimensión que se aleje de la realidad.

P. En el álbum que sale ahora canta Deshidratándome. ¿Está para que le enchufen al suero?

R. Ja, ja, ja, pues a veces sí. A veces me hace falta algún que otro Red Bull, como ve [da un traguito]. Es un tema que habla de cuando uno sufre, lo pasa mal y llora tanto que parece que se va a deshidratar.

P. Le veo en proceso de grave peralización.

R. Puede ser, puede ser. Perales es un gran referente, un grandísimo compositor. Una persona que apostaba por el romanticismo, por el amor, sin ningún pudor, y yo soy así.

P. Aparte del Red Bull, ¿qué le provoca subidón?

R. Pues la risa de mi sobrina, que tiene seis años, y me llama por teléfono. Vivimos todos en la misma casa, nos queremos mucho. Y eso provoca la fuerza. Somos una tribu. Diez u once personas y mis dos perros.

P. ¿Cuál es la canción favorita de sus perros?

R. Habría que preguntárselo. Pero con las canciones mías con aire de fado y tango se me quedan dormidos.

P. No es necesariamente alentador.

R. Puede ser del aburrimiento, sí.

P. ¿Usted sería el yerno que todas las mamás querrían?

R. Bueno, eso es un halago, no está mal. Pero ser el yerno o el novio de España nunca me ha gustado. Primero, porque tengo defectos, como todo el mundo; y luego por mi edad.

P. La Junta de Andalucía le contrató para poner música a su campaña turística. ¿Por torero o por flamenco?

R. Quizá tengo más de flamenco que de torero. El torero tiene un respeto hacia la tradición y hacia el culto al baile del toro. Y también tengo algo de clásico. De hecho, en este nuevo disco me gusta el fado, el tango, recupero un poco de música sinfónica. Pero también tengo de ese flamenco que se deja la carne en el asador en su forma de vida, en cuidar a su clan, y en la pasión por la música.

P. ¿En Málaga creen que hay que sacarle en procesión en Semana Santa?

R. Pero bueno, qué va, por favor. De hecho, yo en Semana Santa me escondo. Me gusta verlo desde un balcón.

P. Matándose a saetas.

R. Pues lo hice un año, y fue una experiencia inolvidable. Canté a la Virgen de la Piedad. Pero vamos, no soy católico ni repetiría. Prefiero ser espectador.

P. ¿Qué nombre pondría a su cofradía, si las fans la montaran sin remedio?

R. La Virgen de la Empatía.

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