Repunta la inseguridad en Sierra Leona
Hablo con amigos sierraleoneses y leo las noticias que me llegan del país y no puedo dejar de preocuparme por el rumbo que están tomando los acontecimientos a tres meses de las elecciones generales: fuerte aumento de la inseguridad ciudadana, violencia pre-electoral, huelgas y protestas de estudiantes y una nueva ley del Parlamento autorizando el uso de armas ligeras por parte de los civiles.
Fourah Bay College, la Universidad de Freetown. Foto wiredjournalist.
El 3 de agosto, unos mil alumnos de Fourah Bay College, la Universidad de Freetown, la más antigua de África occidental (fue fundada en 1827), quemaron neumáticos y cambiaron los candados de las puertas de diversos edificios del campus. Protestaban por la expulsión de 31 estudiantes que hace unos días lideraron la ocupación de la residencia universitaria, la cual lleva cerrada más de dos años.
Intercambio opiniones por Facebook con Mohamed, un chaval que terminó derecho allí, hace dos años y que ahora trabaja con una asociación de Derechos Humanos en Kono, en el este del país. Me recuerda que la residencia se cerró justo cuando él estaba en el último año y que tuvo que buscarse, a mitad de curso, como la mayoría de los estudiantes, una habitación en la ciudad para poder vivir. El precio del alquiler, más el de la comida y el del transporte hicieron muy difícil esos últimos meses.
Fourah Bay College está situado en lo alto del monte Aureol y, a pesar de ello, son cientos los estudiantes que cada día se levantan alrededor de las cuatro de la mañana para poder llegar hasta allí a pie, por no poder permitise pagar el precio de los taxis o los poda-podas, antes de que las clases den inicio. La residencia, después de meses sin agua y sin luz, fue cerrada para hacer reformas. Ningún trabajo se ha realizado hasta el momento. La Universidad es víctima de la falta de fondos y de la corrupción de sus dirigentes. Por ejemplo, me recuerda Mohamed, que el año pasado los exámenes finales tuvieron que suspenderse por falta de papel. El continuo aumento del coste de la vida está añadiendo inmensas cargas a los estudiantes. Por eso protestaban. Ahora, en plenos exámenes finales, la Universidad ha sido cerrada. No se sabe qué pasará.
Calle de Freetown. Foto mindtochange.
A esto se une la creciente situación de inseguridad que se está apoderando del país. El número de robos a mano armada, de asaltos a casas o de violaciones se ha incrementado fuertemente en los últimos meses, especialmente en las grandes ciudades y de forma muy significativa en la capital, Freetown. Samuel, que ha empezado la universidad este año, me comenta que todo el mundo sospecha que detrás de todo esto están la policía y el ejército, “como ocurría antes de la guerra”, me recalca. Me dice, con cierta pena: “la playa de Lumley, que tanto te gustaba, es un lugar muy inseguro, en cuanto anochece lo más prudente es irse de allí”.
Los periódicos del país están llenos de noticias sobre el tema. Encuentro una que corrobora la hipótesis de que al menos algunos elementos de la policía están detrás de estos robos: en abril pasado, cuando un grupo atacó un edificio en la zona de King-Harman Road y Riverside Drive, uno de los residentes, él mismo un oficial de la policía, les hizo frente y consiguió detener a uno de los asaltantes que resultó ser un policía.
También parecen ser policías, al menos así lo piensa Matthew, los autores del asalto a un vehículo de la unidad móvil del banco Rokel Commercial, que volvía de Kabala, en el norte del país, a su base de Makeni, la capital de la región del norte, el pasado 28 de mayo, cuando, a 14 kilómetros de su destino, fue asaltado por un grupo fuertemente armado, en mitad de la carretera. El incidente se saldó con varios heridos y el robo del dinero. Se habla de que el botín conseguido por los atracadores asciende a unos 200 millones de leones (alrededor de 40.000 euros).
Dice Matthew que todo el mundo comenta que solo la policía tiene la posibilidad de llevar a cabo una acción como esa. Además, escribe, que todo el mundo recuerda que este tipo de acciones resultan muy familiares, se parecen mucho a las que las fuerzas de seguridad realizaban no hace demasiados años. Es, concluye su mensaje, “como si todos estos años de guerra y paz no hubieran servido para nada. Tantos ingleses entrenando al nuevo ejército y a la nueva policía, pero los jefes siguen siendo los mismos que estaban antes de la guerra y luego participaron en ella cometiendo muchas atrocidades. Es difícil que esta gente olvide sus viejos hábitos”.
Esta sensación de inseguridad e indefensión está haciendo que los ciudadanos se organicen para su propia defensa. Hablamos de un país donde, a pesar de las campañas de Naciones Unidas para recuperar las armas que fueron escondidas durante la guerra que asoló el país entre 1991 y 2002, circulan miles de ellas y es fácil armarse. Además, la región está llena de armas: Guinea, Sierra Leona, Liberia, Costa de Marfil… son países donde la violencia y la guerra están muy presentes.
Playa de Lumley, en Freetown.
Me cuenta David, que trabaja en una gasolinera, que en Tengbeh Town, otro barrio de Freetown, los vecinos consiguieron repeler el ataque de los ladrones, matando a uno de ellos e hiriendo a varios.
Da la impresión de que la violencia se está apoderando del país. Incluso en la campaña pre-electoral, en preparación de las elecciones generales de noviembre, no es difícil que los mítines y actos políticos terminen en enfrentamientos, a veces armados, entre partidarios de los distintos partidos políticos. También el gobierno sierraleonés ha caído en la tentación de armarse. El pasado mes de marzo compró armas de asalto valoradas en millones de dólares para armar a la rama paramilitar de la policía. Un grupo que ha sido reforzado con numerosos miembros en los últimos meses. Esto ha creado dudas sobre las intenciones del ejecutivo a pocos meses de las elecciones.
El último eslabón en esta escalada de violencia se ha producido la semana pasada cuando el parlamento sierraleonés aprobó una nueva ley que permite que los civiles posean armamento ligero y municiones.
Una de las razones detrás de la ley es la incapacidad de la policía para detener la creciente tasa de crimen. Pero la opinión general, me comentan, es que servirá para legitimar una realidad, el alto número de armas ligeras que circulan por el país y facilitar su adquisición por parte de aquellos que todavía no poseen una. El miedo a que los ciudadanos se tomen, cada vez más, la justicia en sus manos es una realidad que hace que muchas personas teman lo peor.
Todas las noticias que estoy recibiendo estos días desde Sierra Leona expresan bastante pesimismo ante la situación que se vive, hay miedo a que pase algo de cara a las elecciones y de que el sufrimiento vivido durante los once años de la guerra y los sacrificios realizados durante los diez de paz no sirvan para nada.
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