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Columna
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El Brumario

Este Gobierno persevera en errores, pero de una forma acelerada y caricaturesca

Manuel Rivas

Un tipo se presenta en un banco suizo con un maletín. Dice en voz muy baja: “Soy español y traigo, para ingresar, tres millones de euros”. El helvético, hijo de emigrantes de Fisterra, le dice: “Puede hablar usted en voz más alta que nosotros no nos avergonzamos de los pobres”. Aquí pasó lo que pasó y está pasando lo que está pasando. Entre otras cosas, la habitual desbandada de esos capitales llamados golondrinas. Pero lo más desmoralizador es la huida de depósitos de la España más adinerada. Por seguir con la ornitología, suele ocurrir que estos pájaros se caracterizan por entonar cantos muy patrióticos. Todo rostro es un mapa, y el del presidente Rajoy cada vez se parece más al de un territorio abrumado, con la señalización abatida. Según un clásico de mi aldea, las cosas se pueden hacer bien, mal o al revés. Queda la alternativa de hacerlas al revés. Este Gobierno persevera en errores, pero de una forma acelerada y caricaturesca. En especial, esa creencia de que a mayor silencio y secreto, mayor es el poder. En las escuelas medievales de verdugos, sobresalían dos formas de utilizar el hacha. Una, con un corte tan fino que la cabeza volvía a caer sobre el cuello. Durante un tiempo, el degollado se quedaba algo pasmado, sí, pero como si nada hubiera ocurrido. Y otra en la que el verdugo, además del corte o recorte, se permitía insultar al ajusticiado. Hay una maldita prima de riesgo monetaria que involucra a todos. Pero también hay una prima de riesgo disparada en valores democráticos, de la que este Gobierno es responsable. Bankia es nuestro Lehman Brothers. El Congreso de Estados Unidos creó en su momento una comisión de investigación, con un informe final revelador. Pero aquí, por ahora, el único informe creíble es el que leo en una pintada callejera: “No se preocupen por la pasta, hay dinero para rato”.

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