Lo que usted desconoce sobre educación
La distorsión ideológica omite la relevancia de las políticas sociales y redistributivas, haciendo creer que la solución vendrá con leyes, didáctica y mercado
El Gobierno legitima los recortes en educación acusando a nuestro sistema educativo de mediocre. Un argumento paradójico, pues no sé de sistemas educativos que mejoren con tan drástica reducción de presupuesto. Pero además, es un argumento erróneo, pues oculta hechos relevantes. Por ejemplo, no se reconoce la importante disminución de la tasa de abandono educativo en los últimos años: nunca había estado tan baja (26% en 2011). Estamos lejos del promedio de la UE, pero también del 40% de comienzos de los 90 o antes.
Pero también es cierto que con la LOGSE se interrumpió la tendencia a la disminución del abandono escolar. Posiblemente se deba a que es difícil aprobar la ESO. Con la LOGSE se amplió la escolarización obligatoria en dos años, lo cual supone más esfuerzo para llegar a los estudios post-obligatorios. Además, si comparamos el rendimiento educativo de nuestra juventud con el de otros países se observa que la proporción de alumnado de bajo nivel es similar a la de la OCDE, a Francia, Alemania o Reino Unido (uno de cada cinco). Si comparamos los resultados entre CC AA, los hechos son preocupantes, pues algunas obtienen buenos resultados en PISA, pero sus tasas de abandono son de las más altas de la UE. Es absurdo que tengamos autonomías con pocos jóvenes de bajo rendimiento educativo (menos del 15%), a los la Administración no les permite seguir estudiando. Otra prueba de la dificultad para lograr dicho título son los resultados en PISA de quienes no han repetido ningún curso, pues están por encima de la media internacional. Por tanto, el nivel exigido para cursar estudios post-obligatorios es mayor en España que en los países de nuestro entorno.
Además, la implantación de LOGSE coincidió con la burbuja de la construcción, que generó demanda de empleo de baja cualificación. Esta demanda atrajo a inmigrantes de bajo nivel educativo, y motivó que jóvenes de orígenes populares prefiriesen un salario en mano a una incierta inversión educativa. Hay dos pruebas de ello: la fuerte relación entre el peso de la construcción y la hostelería en el empleo de las Comunidades Autónomas y el abandono escolar, y que con la crisis está aumentando la matriculación.
Otro equívoco sobre nuestro sistema educativo es su equidad, que suele malinterpretase como si fuese a la baja. Nuestro sistema es igualitario porque cumple el principio de Rawls: los que están peor están mejor. Es decir, los jóvenes que provienen de familias de bajo nivel sociocultural obtienen mejores resultados que en otros países de nuestro entorno. Y además, las diferencias entre los peores y los mejores alumnos son menores que en otros países, pues las puntuaciones del mejor alumnado son más bajas en España. Aquí llegamos a otro hecho poco conocido: estas bajas puntuaciones se deben a que el nivel de competencias de los jóvenes de las familias de alto nivel sociocultural es más bajo en España que en otros países. Por tanto, nuestra diferencia no está en que tengamos más jóvenes en bajos niveles de competencia, sino en el rendimiento educativo de los hijos de familias de alto nivel sociocultural, que es más bajo, a pesar de que estudian en mayor medida en centros privados y concertados.
Nuestro sistema es igualitario porque cumple el principio de Rawls: los que están peor están mejor.
Otra falsedad sobre nuestro sistema educativo es la creencia de que la excelencia necesariamente implica un aumento de la desigualdad. Pero los datos muestran que en los mejores países, como Finlandia, Japón o Corea del Sur, la desigualdad educativa es baja. Afirmar que la búsqueda de la excelencia educativa es necesariamente a costa de la igualdad es una manipulación para hacer creer que la desigualdad social es natural.
En cuanto a la cuestión autonómica, se culpa a la descentralización de los desiguales resultados entre comunidades, pero se olvida que dichas diferencias eran mayores en la dictadura franquista. Por ejemplo, los resultados en PISA guardan estrecha relación con las tasas de alfabetización en 1960. Las diferencias seculares entre comunidades son tan abismales que resulta razonable que sean ellas las que decidan las políticas educativas más adaptadas a su entorno, en vez de aplicar políticas homogéneas decididas en Madrid. Otra cuestión es si el currículum debe ser igual, y en este punto nacionalismo españolista y nacionalismos periféricos estarán en desacuerdo. Pero esto no es un debate sobre cómo mejorar las competencias de nuestra juventud sino una lucha por la construcción del sentimiento nacional.
¿Por qué hechos tan relevantes son poco conocidos? Por un lado, prima la distorsión ideológica, que omite la relevancia de las políticas sociales y redistributivas, haciendo creer que la solución vendrá con leyes, didáctica y mercado. Por otro, por el sensacionalismo: cuanto más tremebunda sea la crítica con más facilidad capta la atención de los medios de comunicación.
José Saturnino Martínez García es profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna.
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