Una bien fría, por favor
Fue a los pocos días de llegar a Sierra Leona cuando me ofrecieron el primer vaso de poyo, que es como se conoce en krio al vino de palma. Se trata de un líquido blancuzco que se obtiene de la savia de la palmera. El mejor es el fresco, el recién recolectado, cuando todavía no ha fermentado y se aprecia mejor su dulzor. Al principio cuesta acostumbrarse a su olor y a su sabor, pero pronto te das cuenta de que está bueno.
En África occidental es fácil encontrar un Poyo Bar, como se llaman en Sierra Leona, donde la gente se reúne a beber y a charlar, en cualquier rincón de las ciudades y pueblos o a lo largo de las carreteras, donde conductores y viajeros se paran a reponer fuerzas.
En las aldeas el vino de palma no se compra, cada uno recolecta el suyo. El primero por la mañana temprano, para tomarlo mientras se trabaja en los campos. Más tarde el segundo, para beberlo al anochecer, junto a la familia o a los amigos, sentados en el porche de casa, mientras se cuentan historias y se tejen sueños. Todos comparten una misma taza que va pasando de mano en mano: hombres, mujeres, niños, jóvenes, ancianos… Al principio me admiraba observar como los más pequeños sueltan la teta de la madre para dar un par de sorbos a la taza que se les pone delante y luego caer dormidos. La tradición dice que el poyo da fuerzas y ayuda a crecer y que, por eso, es bueno para los niños.
En toda África, tradicionalmente, se ha bebido alcohol obtenido a partir de plantas, miel, frutas o cereales. Sin embargo, en los últimos años se ha ido imponiendo el consumo de cerveza. Señalan algunos estudios que este fenómeno está resultando bastante significativo y que ha producido que los mayores fabricantes de cerveza del mundo se instalen en el continente atraídos por las enormes perspectivas de crecimiento que presenta el sector.
Yo reconozco que más que el poyo, cuando estoy en Sierra Leona prefiero una cerveza Star, que también es la que se bebe en Nigeria o Ghana, o una Skol si se trata de Guinea. Me hice bebedor de cerveza por prescripción médica. Mi amiga, la doctora Marta, con muchos años de experiencia en Sierra Leona, ante mis continuos ataques de malaria me recomendó tomar un par de cervezas al día, porque, según ella, la levadura que contiene proporciona un olor especial al sudor y repele a los mosquitos. Seguí su consejo, no han desaparecido los ataques de malaria, si su frecuencia, pero me he hecho adicto a la cerveza.
Publicidad de Cerveza Star, Nigeria
Cada vez es más normal encontrar cervezas en las pequeñas aldeas de las zonas rurales de Sierra Leona, por ejemplo, donde se suelen tomar “del tiempo”, es decir, más bien calientes. No me ha sorprendido leer que el aumento de su consumo en África está ligado al crecimiento económico que se experimenta en el continente. Es lógico, la cerveza cuesta mucho más que el licor tradicional y no todo el mundo puede permitírsela, pero el hecho de que cada día se consuma más y de que los jóvenes, que se la puedan permitir, la prefieran al vino de palma, debe ser tomado como indicativo. Lo que sí ha supuesto una sorpresa es la segunda causa a la que se atribuye este aumento: al cambio que está experimentando el rol de la mujer en la sociedad africana y el hecho de que ahora se tolere el que beban en público.
Los principales fabricantes de cerveza que están copando el mercado africano son: SABMiller, Heineken y East African Breweries. La primera de ellas es la que me ha dado la inspiración para escribir esta entrada. Los medios y las agencias de noticias que informan sobre África, llevan días celebrando que SABMiller haya lanzado una cerveza fabricada a partir de la mandioca o cassava, como se la conoce en muchas partes de África. Por ahora, se ha empezado a producir en Mozambique y se llama Impala.
Me gusta la idea. La cassava es, junto con el arroz y el maíz, uno de los alimentos básicos del continente. Se come cocida, asada (incluso cruda, si se tiene mucha hambre), frita o en elaboraciones como el fufu o el gari (attiéké). En Sierra Leona, Guinea y Liberia es un alimento muy popular, especialmente entre los estudiantes, que muchas veces sobreviven gracias a ella. También con sus hojas se hace una de mis salsas favoritas para acompañar al arroz.
Ahora, este alimento también se puede transformar en cerveza. A través de la iniciativa de la compañía cervecera conocida como Farming Better Futures, la mandioca usada para la fabricación procede de pequeñas plantaciones que dan trabajo a más de 1.500 campesinos y sus familias. Por el hecho de usar productos locales y gracias a una reducción de impuestos que le ha concedido el gobierno de Mozambique, la cerveza Impala cuesta un 30% menos que otras marcas, siendo así más asequible al total de la población. Es un proyecto que da trabajo a los pequeños agricultores, que utiliza materiales africanos y que se fabrica en África, hasta aquí nada nuevo. Lo novedoso, en esta ocasión, es que los que van a disfrutar el producto son los propios africanos, cosa que no siempre sucede. Evidentemente, es algo para celebrar con una buena cerveza, a ser posible bien fría.
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