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SI YO TE CONTARA ... HISTORIAS DE LOS LECTORES
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

¿Y la generación anterior?

La clave de que España pueda soportar este periodo de crisis tan destructivo es la solidez de nuestras redes de solidaridad familiar, si no el país estaría hundido

Mi caso es un poco particular ya que, discúlpenme que todavía me considere joven, no entro en el marco de la generación a que hace referencia el artículo, sino de una anterior- la de los incipientes cuarentones- que está sufriendo ahora su segunda crisis. Nosotros ya vivimos la crisis de los años 90, con unos niveles de paro equivalentes a los actuales, lo que provocó nuestra entrada tardía al mercado laboral.

En mi caso particular, nacido en 1970, licenciado en Derecho y con un postgrado en Derecho de Extranjería y Asilo, mi primer contrato de trabajo me llegó en 1998 con 27 años. Antes, ya había trabajado como pasante, traductor- hablo bien inglés y mejor francés- profesor de español, vigilante en unos billares, camarero, DJ, etc., pero siempre había sido pagado en ese bonito y atrayente "dinero negro" que constituye, según las estimaciones, un 25% de la economía española.

Después emigré a Francia, trabajé un año en París, y volví a Madrid donde encadené contratos temporales en aquellos años de "supuesto auge" de nuestra economía (me refiero a finales de los 90 y primera mitad de los años 2000). Paralelamente obtuve un Máster en Migraciones y poco después inicié estudios de Doctorado, que he completado, tras mucha lucha y perseverancia, este mismo año. Mientras tanto, he publicado una quincena de artículos en español, francés e inglés en revistas especializadas o libros colectivos, y dado charlas y conferencias al menos en media docena de países.

En 2004, me instalé de nuevo en Francia, donde han nacido mis dos hijas de uno y cinco años.

En resumen, tengo 40 años y llevo ya dos en el paro. Mi vida laboral prefiero no conocerla, está hecha de retales. La jubilación, no cuento con ella. Comienzo desde hace poco tiempo a asumir que el "trabajo definitivo" nunca va a llegar y que estoy destinado a vivir en la precariedad permanente.

Y aún así sé que no puedo quejarme. Tengo una maravillosa familia que me apoya y me sostiene tanto moral como financieramente. Nunca les podré agradecer bastante este apoyo incondicional que me prestan. Sin ellos, no sé que hubiera devenido.

Y ésta es precisamente la clave de que España pueda soportar este periodo de crisis tan destructivo. Sin la solidez de nuestras redes de solidaridad familiar, el país estaría ya completamente hundido.

Por mi parte, solamente quería remarcar que la precariedad no solamente afecta a los más jóvenes, sino que gran parte de la generación nacida al final de la dictadura y en los albores de la democracia, la hemos pasado y seguimos en muchos casos pasándolas canutas.

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