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El etarra que voló las esperanzas de paz

Considerado máximo responsable de los 'comandos' de ETA, Txeroki encargó poner punto final a las negociaciones con el atentado de Barajas

Mikel Garikoitz Aspiazu Rubina, Txeroki, nació el 6 de julio de 1973 en Bilbao. Curtido en la kale borroka, durante los últimos años de los noventa se incorporó al comando Olaia de ETA, que se mantuvo activo en la provincia de Vizcaya entre noviembre de 2001 y septiembre de 2002. A pesar de los pocos meses transcurridos, ese comando es responsable de varias acciones terroristas, entre ellas el asesinato del juez José María Lidón y el atentado contra Eduardo Madina. Se sospecha que él fue el terrorista que descerrajó varios disparos contra el magistrado.

En mayo de 2002, dejó precipitadamente el bar del círculo radical en el que trabajaba, ubicado en el Casco Viejo de Bilbao, y en el país vecino comenzó su rápida ascensión hacia la cúpula militar de ETA. Con su huida también abandonó sus estudios de Educación Física y a su novia, Amaia Urizar de Paz, detenida con posterioridad por dirigir la red de captación en la provincia de Vizcaya. Cuando un fiscal de la Audiencia Nacional le preguntó años después quién le había dado la orden de poner en marcha aquella estructura, ella respondió: Txeroki. Al insistirle el fiscal si éste era en realidad Mikel Garikoitz Aspiazu Rubina, ella, desafiante, se limitó a contestar: "Será".

Adiestrado por Soledad Iparraguirre, Anboto, la jefa etarra compañera sentimental el jefe del aparato político, Mikel Albizu, Antza, pronto se puso a las órdenes directas del entonces responsable de la estructura militar de la banda en ese momento, Gorka Palacios. Este fue detenido al año siguiente, lo que propició el ascenso de Txeroki.

Aquella era una época en la que los golpes policiales lograban descabezar las cúpulas de los distintos aparatos con frecuencia. Con Txeroki llegó la obsesión por la seguridad al aparato militar y el intento de blindaje de éste. Frente a la histórica distribución en el seno de la banda, el aparato militar pasó a dotarse de su propia logística, que le aprovisiona de armas, explosivos y refugio, lo que evita contacto con otras estructuras etarras, limitándose así las posibilidades de ser infiltrada por las Fuerzas de Seguridad.

Una 'nueva generación'

Pronto se fue identificando a Txeroki con una nueva generación de etarras, caracterizada por su escasa preparación -la debilidad de la banda impedía un concienzudo adiestramiento de sus nuevos activistas-, un deficiente bagaje intelectual y un extremismo orientado siempre al empleo de la violencia como único método para conseguir los fines de autodeterminación e independencia.

Sin embargo, el mito de Txeroki se fue apagando de forma inversa a los éxitos policiales contra ETA. Uno de sus encargos fue el de asesinar al Rey y lo hizo a un antiguo conocido, Javier Pérez Aldunate, al que entregó un rifle de mira telescópica con el que difícilmente se podía alcanzar una distancia prudente para realizar con éxito el atentado. A Pérez Aldunate se le incautó una carta de Txeroki en el que éste le instaba a "poner patas arriba a un enemigo uniformado" y decía que para mantener alta la moral de la banda había que "dar caña".

Posteriormente, los Servicios de Información fueron rebajando su ascendente dentro del aparato militar y de jefe lo degradaron a responsable de los comandos. Esta actividad de Txeroki quedó acreditada sobradamente en varios golpes policiales ocurridos en los estertores del proceso de paz y posteriores. Los detenidos, caso de Iker Aguirre en Portbou o Aritz Arginzoniz en Santander, explicaban cómo su última reunión antes de cruzar la frontera se producía con Aspiazu Rubina, que les entregaba armas, dinero e instrucciones.

Barajas y Capbreton

El atentado con más repercusión de los que encargó Txeroki fue el que puso punto y final de hecho al proceso de paz y que costó la vida a dos nacionales ecuatorianos en el aparcamiento de la T-4 de Barajas el 30 de diciembre de 2006. Un año después, el día de Reyes de 2008, la Guardia Civil detuvo a Igor Portu y Mattin Sarasola, dos de los integrantes del comando Elurra (nieve, en euskera) autor de aquella acción terrorista. Con la detención de estos dos terroristas y la de sus otros dos compañeros 19 días después en San Juan de Luz quedaba completamente desarticulado el comando más efectivo de Txeroki, un grupo compuesto por 'legales' y sin antecedentes a salvo de las pesquisas policiales.

Txeroki acudía a la frontera de Francia para citarse con este comando, al igual que hizo con el último comando Navarra, con el que Aspiazu Rubina se citó en una casa de Hendaya para impartirle un curso de armas y explosivos. Una vez más, Txeroki sorteaba por poco la acción policial, ya que el comando estaba siendo controado.

Pero de aquel encuentro entre Aurken Sola, Xabier Rey y el jefe militar de la banda surgió un dato muy revelador. Según declararon ambos a la Policía, Txeroki les confesó que él era el autor material del doble crimen de Capbreton, por el cual ETA rompió la consigna de no atentar en suelo francés.

Garikoitz Aspiazu Rubina, alias 'Txeroki'
Garikoitz Aspiazu Rubina, alias 'Txeroki'EFE
Mikel Garikoitz Aspiazu, alias "Txeroki", firmaba su ascenso como jefe militar de ETA hace cinco años. Él fue quien disparó supuestamente a los dos guardias civiles asesinados en la localidad francesa de Capbretón el 1 de diciembre del año pasado. Ordenó la colocación de la bomba en la terminal 4 de Barajas que le costó la vida a dos ciudadanos ecuatorianos. También fue responsable de dirigir el atentado fallido con una furgoneta, cargada con más de 500 kilos de cloratita, que tenía previsto explotar en Madrid días antes de las elecciones generales de 2004. Vídeo: AGENCIA ATLAS

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