¿Qué hacemos con el precio de la luz?
Cuando se juntan una alta demanda, poco viento, poca agua, y altos precios del gas, no es sorprendente encontrarnos precios como los de estos días
Estos días los precios de la electricidad copan los titulares: Máximos históricos. Curiosamente (o no) nadie habla de cuando casi llegan a cero, algo que también ha sucedido en más de un momento el año pasado (en enero o febrero de 2016). Sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, pero vamos a tomarlo como una oportunidad para reflexionar sobre cuánto cuesta de verdad la electricidad y qué podemos hacer para que pagar menos.
Lo primero: a veces, producir la electricidad es muy caro. Cuando se juntan, como ahora, una alta demanda, poco viento, poca agua, y altos precios del gas, no es sorprendente encontrarnos precios como los de estos días, sin necesidad de pensar en teorías conspiratorias. Es bueno recordar que hay otros mercados (como el del Este de EE UU) en el que es fácil encontrar, en puntas de demanda, precios de hasta 1.000 euros/MWh, que reflejan las situaciones de escasez a las que a veces se enfrentan los sistemas eléctricos.
Lo segundo: que nos lleguen las señales reales de coste siempre es bueno. Como repite el maestro Ignacio Pérez Arriaga, la tarifa eléctrica no debe fijarse, sino calcularse a partir de los costes reales. Recordemos que el precio del mercado mayorista es sólo una parte, aproximadamente un 35%, del coste total, el resto lo fija el Gobierno. Cuando nuestros políticos fijan artificialmente las tarifas no nos están haciendo ningún favor, sino todo lo contrario. Porque si a los consumidores nos llega el coste real de la electricidad, podremos reaccionar y a la vez contribuir a que el sistema funcione mejor.
Y tercero: ¿cómo podemos reaccionar ante los altos precios? Primero, con calma: hay horas en que el precio llega a 100, pero otras en las que está en dos. De hecho, los que tienen contratadas tarifas fijas no se enterarán de esta crisis. Segundo, con eficiencia: utilizando dispositivos más eficientes (algo que debería incluir cambiar los calefactores eléctricos poco eficientes) y también, si tenemos contador inteligente, desplazando los consumos a horas más baratas (poner la lavadora a las 7 de la mañana costaría un 25% menos). La eficiencia es nuestro mejor arma. Las señales de precio reales son esenciales para activarla.
Pedro Linares. Universidad Pontificia Comillas y Economics for Energy.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Energía eólica
- Gas natural
- Álvaro Nadal
- Ministerio de Industria
- Tarifas eléctricas
- Energía hidraúlica
- Gas
- Precio energía
- Energías renovables
- Mercado energético
- Combustibles fósiles
- Partidos políticos
- Energía eléctrica
- Combustibles
- Ministerios
- Empresas
- Energía no renovable
- Administración Estado
- Fuentes energía
- Economía
- España
- Política
- Administración pública
- Energía