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Columna
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Hambre de música

Ricardo de Querol

Fue emitirse un especial de Frank Sinatra en La 2 y las redes sociales lo celebraron con estruendo. Tal es el hambre que los amantes de todas las músicas sufren en la TDT. Ahora ni siquiera la MTV (por Music Television) hace honor a su nombre, porque dedica su canal en abierto a realities, crónica rosa y series sobre ligues adolescentes. Ahora que dicen que vuelven los años ochenta -en la moda, en la música, en la tasa de paro y en las leyes de Gallardón- uno recuerda la fascinante irrupción de la MTV en las parabólicas cuando la mayoría de los hogares solo recibía dos canales. El vídeo no mató a la estrella de la radio como decía la canción, pero saltó al prime time con producciones como Thriller.

Los chavales de los ochenta conocieron la movida en horario infantil gracias a La bola de cristal. La canción más comercial aparecía en Aplauso, la más transgresora en La edad de oro. Miguel Ríos hizo desfilar a todo el que era alguien por Qué noche la de aquel año. Las televisiones públicas retransmitían macrofestivales como Live Aid. Y se atrevían hasta con el punk, aunque el Me gusta ser una zorra de Las Vulpes le costó a Carlos Tena su programa Caja de ritmos.

Busque hoy algo así. Alguna actuación indie en La 2. En las plataformas de pago, la clásica Mezzo y (ahí sí) varios canales de la MTV, dedicados sobre todo al artificioso pop dominante, pero también a conciertos de rock con alta calidad técnica y en HD.

Cuando se abrió a la competencia, la televisión española desenchufó las guitarras. Alguien pensó que era mejor montar escuelas de intérpretes que versionaran piezas que todo el mundo sabe cantar. El modelo OT habrá servido de cantera a los musicales de la Gran Vía, pero desplazó del todo la idea de la música como creación.

Por eso tiene tanto mérito que la BBC mantenga, desde hace dos décadas, Later with Jools Holland. Un plató que reúne a dos o tres bandas consagradas (en el último capítulo, Red Hot Chili Peppers, Björk y Noel Gallagher) y otras tantas minoritarias y de últimas tendencias, todas dispuestas en círculo, escuchándose, viéndose, sorprendiéndose. Lo conduce con simpatía Jools, que acompaña algunas piezas al piano y es más sabio que la mayoría de invitados. En España puede seguirse en Canal+ Xtra, oculto e impagable refugio para melómanos. Reconforta comprobar que en algún rincón del dial la música en directo sobrevivió.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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