_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La realidad gemela

Juan Cruz

Produce desazón ver al ministro Montoro preguntar quién miente sobre el déficit.

¿Y por qué esta desazón? En periodismo todo ha de basarse en los datos y no tanto en las sensaciones, en las palabras. Sol Gallego, a la que acaban de otorgar un premio muy merecido por su vida dedicada a este oficio (¡y lo que le queda!), suele decir que este trabajo ya solo vive de declaraciones. Y de sensaciones; faltan datos.

Pero, sí, sentí desazón cuando vi a Montoro echándole a los anteriores las culpas de todo. Podía haber traído a colación algunos versos de La vida es sueño, pues Calderón ya avisó de que siempre habrá otro que rebusque en las basuras ajenas consuelo para sus tribulaciones.

España se ha llenado de realidades gemelas. Sin ir más lejos, a Montoro le pusieron a un gemelo, Luis de Guindos; uno y otro están amarrados a la gemelidad perpetua: Economía y Hacienda, que son los Mauri y Maguregui (aquellos grandes medios volantes) de cualquier organigrama de Gobierno.

Ese paralelismo, Economía y Hacienda, nos va a traer alguna que otra zarabanda en los meses próximos. Es lo que pasa cuando los gemelos se separan, uno tira del otro. Pero la desazón viene del fondo de la cuestión abordada por Montoro. ¿Quién miente? Un título de Soledad Puértolas, Todos mienten, sirve para dar la respuesta; pero, pensándolo mejor, no parece que case ese lugar común con el clima que imperó entre los que se fueron y los que vinieron en cuanto se produjo el traspaso de poder. ¿A qué viene, pues, esta rectificación que acaba de entronizar Cristóbal Montoro para jolgorio de todos los que ya se habían regocijado con la perspectiva de las alfombras sucias? A algo viene, y lo veremos próximamente en las pantallas.

Con respecto a los paralelismos, a esa realidad gemela que vive España. Dices Valencia y en seguida alguien dice Andalucía; y dices Baleares y alguien enseguida dice Castilla-La Mancha. Y así sucesivamente. ¿Es que será imposible, alguna vez, que cada conversación tenga su nicho, que cada asunto tenga su relieve? ¿Será posible que algún día un asunto no sea pretexto de otro? ¿Siempre tendremos que oponer un malo a otro malo?

De los gemelos de estos días, aquellos a los que se ha observado con más atención han estado sentados en los banquillos. Matas-Alemany, Costa-Camps. Sus semblantes (los de los cuatro) tienen distintas categorías de bruma: Costa está abrumado por Camps; él parece tan serio y circunspecto, mientras Camps dirige una orquesta de chirigotas; y a Matas se le ve como a Costa (salvando otras distancias): circunspecto junto al hombre que le escribía los discursos, pues este (Alemany) se ha dedicado a remachar clavos ardiendo, mientras el expresidente trataba de arreglar con solemnidad lo que se hizo con chapuza. Son gemelos a la fuerza unos y otros, pero cuánto juego dan sus miradas cruzadas, su ansiedad por dejar de estar juntos.

En fin. No llegué a la apelación que hizo Montoro desde el púlpito congresual: "Miembras". ¿Fue en serio? ¿Fue en broma? Sería, en todo caso, una broma paralela que Bibiana Aído habrá entendido desde Nueva York.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_