¿Para qué sirve la investigación?
Con la entrada de este nuevo Gobierno y su reestructuración de Ministerios, asombra darse cuenta de que ha desaparecido la investigación y la ciencia de los puestos de cabeza de este país. Algo que desde un punto de vista cortoplacista y tangible, a primera vista podría ser adecuado en tiempos de crisis, pero que desde una visión seria, futurible e intelectual es una auténtica aberración, con la consiguiente repercusión en "in"-visibilidad con el resto de países de nuestro entorno y, lo que es más importante, con la consiguiente "in"-cultura que seguimos arrastrando desde tiempos inmemorables.
Así, existen dos tipos principales de investigación que son la básica y la aplicada, produciéndose una fusión entre ambas a partir de lo que denominamos "traslación de conocimiento", que desprende en generación de negocio, patentes, retorno científico, visibilidad, aumento de la productividad y un largo etcétera de conceptos innovadores y de progreso que generan riqueza a un país.
Sin embargo, existe otro objetivo no menos importante que los anteriores y que me gustaría recalcar. Este es la propia actualización de los profesionales que investigan, la búsqueda de la excelencia en contra de la mediocridad, la amplitud de conocimientos en contra del apoltronamiento, el pensamiento innovador en constante desarrollo en contra de las chapuzas, el liderazgo internacional en contra de la mala venta de recursos.
Este año tenemos 600 millones de euros menos para investigar o, mejor dicho, para sacar de la incultura y la mediocridad a las jóvenes y brillantes generaciones de este país.