Los nuevos 'Papeles Rotos' de Adolfo Barnatán
Cinco décadas separan el comedor de su infancia en Buenos Aires del estudio en el barrio de Chamberí donde hoy trabaja Adolfo Barnatán (París, 1951; www.adolfobarnatan.es). Hace siete años el escultor, pintor y dibujante se hizo con esta nave en el centro de Madrid. Conocía el espacio y al antiguo propietario, Javier Vallhonrat, que instaló un ciclorama que él alquiló para fotografiar sus esculturas. Pero mucho antes de tallar sus egipcias en madera y granito, y de forjarse el camino con ellas hacia las abstractas constelaciones; antes incluso de los primeros dibujos a plumilla con los que debutó en la escena del Madrid de los setenta, en la trayectoria de este artista hispano argentino estaban los Papeles Rotos. A ellos ha regresado ahora -alterando la escala y la materia, pero no el método- con una muestra en la galería Álvaro Alcázar de Madrid. "No siento que este sea momento de esculturas pulidas. Estoy rebelde", afirma sentado en una butaca años cincuenta, bajo el lucernario que ilumina una gran sala. Hasta aquí trajo los fajos de carteles encolados que arrancaba de la calle cuando empezaron sus expediciones nocturnas este verano. Quería ver si sería capaz de partirlos como las cartulinas con las que trabajaba desde pequeño. "Hubo un momento que parecía que tenía síndrome de Diógenes", bromea. El azar, el tiempo o simplemente el negocio de la publicidad crearon las capas que él logró cortar con las manos y luego montar sobre madera, antes de usarlas como lienzos para pintar, ocultar y destacar. Así ha creado cerca de 15 piezas: cuadros collage con sabor pop en los que el artista cataliza la calle y el momento presente e investiga con el volumen y el mensaje. La última pieza, 2011, es una instalación de pilas de periódicos, atados y pintados. Ahí quedan las noticias de este año. El estudio comunica con su vivienda a través de un patio y en la planta de arriba están la pileta de mármol y los sacos de yeso. En vísperas del montaje de la exposición, los nuevos Papeles Rotos conviven con algunas piezas de sus series de esculturas en metal, piedra y madera que ha venido realizando desde los noventa. También conserva uno de los primeros dibujos -que le ha acompañado por todos sus estudios madrileños-, dos cuadros de León Ferrari, un dibujo de Calder y una foto de Borges. "Hasta 1991 solo mostré mi pintura y antes solo mis dibujos a plumilla", recuerda. "Luego llegó la escultura, con piezas en las que trataba que siempre tuvieran movimiento, en las que se podía poner y quitar, y de ahí fui tirando hacia el abstracto. La última de mis constelaciones la puse a dormir", dice señalando la escultura pulida y ovalada que está tumbada en el suelo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.